Sí, por fin, se están dando los primeros pasos para una cultura de tránsito. Gracias a la Ley de Tránsito (2011) y a su Reglamento de Aplicación (2012) se busca salvar vidas humanas, evitar heridos, etc. Normas internacionales están contempladas en nuestra legislación nacional; ergo, quien viola la ley y su reglamento en esta materia, simplemente que se atenga a las consecuencias: multa en dólares, privación de la libertad y reducción de puntos en la licencia para conducir. La falta de señalización no puede servir de pretexto para violar las normas de tránsito, pues es elemental que el exceso de velocidad es arma inhumana y torpe; del mismo modo, las muy buenas carreteras que ya hay en el Ecuador, tampoco pueden servir de argumento para el exceso de velocidad. Deviene en sumamente importante y urgente que para lograr aquella cultura de tránsito, se debería implementar ya en el programa de estudios de jardines de infantes, de escuelas y colegios, de universidades y politécnicas, horas de estudio y práctica sobre dicha materia. Ojalá que fiscales y jueces apliquen la normativa vigente con firmeza y rigurosidad, con justicia y equidad, especialmente cuando se trate de infractores (as) borrachos(as) que les importa un bledo manejar automotores en estado de beodez. Es de esperar que la Policía y los municipios del país cumplan su papel preestablecido, teniendo como objetivo principal el de salvar vidas humanas.