Parece que el buen ejemplo dado por Quito, está por cundir en Bogotá. El nuevo alcalde Gustavo Petro se ha propuesto seguir la misma senda respecto a las corridas de toros. ¿Sería entonces utópico esperar que otras ciudades con igual tradición taurina como Lima, Caracas y México sigan también el paradigma quiteño? No pues -aunque lentamente- los países latinoamericanos se han ido despojando de taras ibéricas.
Allá por 1947, la exigente y delirante multitud española venía pidiéndole a Manuel Rodríguez, ‘Manolete’ que se arrimara más y más y más al toro. El diestro fue obedeciéndole paulatinamente a cambio de que ella no le quitara la corona ya que él era el ‘“monarca del redondel’. No obstante en su ambición por mantener el cetro, el ‘Califa de Córdoba’ olvidó que el toro podía quitarle algo más preciado aún: la vida.