¿Por qué estas dos personas le ponen el ojo a nuestro país teniendo el mundo a su alrededor? Uno, adueñado y estorbando en la pequeña sede diplomática, no solo se atrevió a menospreciar al país que le está cobijando, sino que audazmente se asoma a los ventanales a dar declaraciones cuando se le ocurre, sin que nadie le ponga un alto.
El otro, traidor y desleal con su país, si no estaba de acuerdo con las políticas de sus empleadores, retírese.
El exabrupto de dos congresistas norteamericanos, no del Gobierno, ocasionó la violenta reacción ecuatoriana y en esta fanesca de compra de pleitos ajenos, intereses políticos, diplomáticos y comerciales el país sigue siendo perjudicado. Se ve que buena falta hacen las “momias cocteleras” que fueron preparadas para manejar los asuntos internacionales con prudencia y altura.