El terror y las incalificables atrocidades de la milicia fundamentalista islámica que responde al nombre de Boko Haram se han extendido por cinco años y han golpeado con dureza a la población cristiana del noreste de Nigeria, una región predominantemente musulmana. Hasta ahora, las fuerzas de seguridad que responden al presidente de ese país, Goodluck Jonathan, han resultado absolutamente impotentes para enfrentar a ese grupo terrorista. Las FF.AA. de Nigeria no han podido poner fin a las crueldades de Boko Haram, pese a que son las más poderosas del oeste del Continente Negro. No obstante, desde el secuestro, a mediados del mes pasado, de más de 200 niñas de una escuela de la ciudad de Chibok , en el estado de Borno, la situación parece haber comenzado a cambiar. Quizá no lo suficiente, aunque sea cierto que se van sumando esfuerzos para que ello suceda.
En primer lugar, a solicitud de la propia Nigeria, las Naciones Unidas han incluido expresamente a Boko Haram entre los grupos terroristas vinculados a Al Qaeda, lo que incluye un congelamiento y embargo de activos que apunta a limitar su capacidad de recibir asistencia financiera. La efectividad de esta medida es dudosa desde que el movimiento terrorista opera en una zona en la que la mayor parte de las transacciones económicas se realiza en dinero en efectivo. Por otro lado, esa señal de las Naciones Unidas, si bien correcta, es tardía.
E E.UU., Gran Bretaña, Francia e Israel han contribuido también a la persecución de los efectivos de Boko Haram. Estados Unidos asignaron un plantel de 80 militares y 30 especialistas civiles que están operando desde el Chad aviones de observación manejados a control remoto, con los que se procura encontrar y dar caza a las fuerzas terroristas. La presencia de estos contingentes debe ser bienvenida. Cabe lamentar, sin embargo, la inicial oposición del Gobierno de Nigeria a esos despliegues.
Los sobrevuelos de la región selvática de Sambisa, una jungla cerrada, son fundamentales para identificar y limitar la presencia y los movimientos de los terroristas.
Nigeria, pese a ser la octava economía del mundo y la más grande de África, ha resultado incapaz de controlar a ese grupo terrorista. La falta de entrenamiento adecuado de sus Fuerzas Armadas y la corrupción imperante parecen haber sido dos de los factores determinantes de lo sucedido.
El Ejército de Nigeria habría identificado el lugar donde están las niñas secuestradas y que se planifica cómo manejar el tema evitando que las rehenes sufran daños. Es de esperar que prontamente se produzca su liberación con el necesario profesionalismo que implica tan delicada tarea.
Lo cierto es que el movimiento terrorista, que comenzó sus actividades en 2009, lleva ya asesinadas a unas 4 000 personas y ha obligado a otras 300 000 a abandonar sus hogares, huyendo del terror.
Terminar con los crímenes de Boko Haram es una prioridad para Nigeria y también para algunos de sus países vecinos.