No se trata de bipolaridad o de esquizofrenia. Simple y llanamente el derecho que me asigno, a estas alturas de la existencia, a expresar mis pensamientos. Tema muy sensible en tu calidad de articulista de opinión.
-A veces hemos coincidido: como que es de agradecer que a nuestra edad un año transcurrido haya sido un año más de vida. ¿Qué el final se aproxima? Nos tiene sin cuidado. No llevamos en nuestras conciencias aquellos pecados que Dios no perdona, según el decir de tu amigo el P. Juan Esquivias.
-Hemos compartido plenamente ese rechazo total a imposiciones que provenían de aquellos a quienes los dogmas les había llevado a la seguridad de hallar respuestas a todos los enigmas de la existencia, en tanto tú y yo vivíamos acosados por preguntas que nos dejaban absortos.
-Se bien que un cura español te llevó a ser un ateo a tus 16 años y fue la razón para que por tu cuenta y riesgo te pasaras del San Gabriel al Colegio Mejía. No chisté. Lo que nunca me quedó claro fue que luego de unos años en Madrid se te dio por rezar el Padre Nuestro en aquellos momentos cruciales en los que pudo haber cambiado el rumbo de tu vida. Tampoco llegaron a mí entender las razones sentimentales que te llegaron a mantener tu devoción por la Dolorosa del Colegio. Debes aceptarlo: jamás se me ocurrió cuestionar, por respeto a la memoria de tu Virginita, el que tal fidelidad se iniciara cuando ella, ya enferma, te llevó a la Compañía, y dejó en manos de la Virgen la suerte de ese muchacho que iba a quedarse huérfano. Por lo que se te ha oído, indefendible tu posición en materia religiosa.
-Sé también que tu nacionalismo y el amor que sientes por tu Patria te viene de tu padre, médico militar quien cuando hizo su guarnición en Rocafuerte se enamoró de ese viejo puerto a orillas del Napo cuando es plenamente navegable, y se murió de la pena cuando paso a manos del Perú. Pese a cuestionamientos que no supe expresarlos o porque vinieron después, me quede de piedra cuando aún sin concluir el bachillerato te afiliaste a Acción Revolucionaria Nacionalista Ecuatoriana. He debido esforzarme para comprenderte: nacionalismo y patria -la única posible-, como que no encajan con ese sueño tuyo que es la integración sudamericana.
-En los últimos tiempos te he visto acorralado por las incertidumbres. Como uno de los pecados que Dios no perdona es quedarse callado por cobardía o por conveniencia, cuando has ponderado los aciertos del actual Gobierno, he debido hacer esfuerzos para no sumarme a los que te hacían la cruz con esas verdades a medias que ocultan intereses bastardos. Has tenido suerte: hay gentes en nuestros páramos que si creen en la libertad de expresión.
-Que el Año Nuevo te signifique un año más de vida, querido alter ego.