La reciente muerte de 11 bebés en el hospital infantil Icaza Bustamante, en Guayaquil, deja lecciones para el periodismo y para el poder.
A través de contundentes imágenes, testimonios e investigaciones de la prensa, se logró que el Gobierno dispusiera el inicio de una investigación médica.
Es el efecto de un periodismo que aprendió de la experiencia. Hace cinco años ocurrió algo parecido, cuando murieron 29 niños en el hospital público de Chone, y el hecho quedó impune.
Los medios lo denunciaron, pero quizás no lo suficiente. Las autoridades judiciales no hicieron nada y, finalmente, los presuntos responsables fueron declarados inocentes.
Esta vez, cuando se produce una tragedia similar, el periodismo no deberá dejar paso a la desmemoria colectiva.
En un informe de Televistazo, difundido en su noticiero del 18 de este mes, Washington Estrada, padre de uno de los bebés fallecidos, denunció que lo amenazaron para que no hablara.
Según Estrada, “los médicos Alcívar y Ramos le advirtieron que no dialogara con los periodistas” y le exigieron que se mantuviera en silencio. Pese a ello, dijo ante las cámaras lo que tenía que decir.
En el reporte televisivo se mostraron, además, imágenes que contradicen la publicidad oficial (una gigantesca pancarta en la fachada del hospital dice: “Este hospital está sanando”) y declaraciones de Yodri Párraga, otro padre desconsolado: “A mi hijo lo trataron como animal”.
El trabajo incluyó una relevante actitud de periodismo contextual cuando Televistazo recordó una declaración de Alexis Mera, quien hace cinco años aparecía como analista jurídico independiente.
Según Mera, lo sucedido en Chone fue un delito, por tanto ameritaba una demanda de gran cuantía que, irremediablemente, el Estado debería pagar como indemnización a los padres de los recién nacidos que murieron.
Ahora que él es el Secretario jurídico de la Presidencia de la República, ¿recomendará al Primer Mandatario que el Estado pague indemnización por los sucesos en el hospital guayaquileño?
La pregunta (y la exigencia colectiva) quedan como un eco importante tras las adecuadas coberturas que han hecho los medios sobre la muerte de los 11 bebés.
Cuando se hace buen periodismo es suficiente contar los hechos, buscar todas sus aristas y acercarse a la verdad tomando en cuenta todas las versiones, las de la gente y las de las autoridades, aunque estas desprecien a la prensa.
Cuando se muestran los hechos tal como ocurren se cumplen los principios básicos del oficio: responsabilidad, ética y equilibrio.
A quienes nos llaman “sicarios de tinta” hay que recordarles que el periodismo es, siempre, un arma letal contra el olvido.