Propiamente el Islam es el nombre que designa a la enorme Civilización que abarca el conjunto de pueblos que siguen la religión mahometana, es decir la religión predicada por Mahoma, el siglo VI d.c.
Y desde hace unos tres meses tales pueblos están supremamente alterados por un incendio revolucionario: todo empezó en Túnez, al norte de África; siguió por Egipto, el más poblado de los países árabes; luego por Libia, donde un vesánico dictador, Gadafi, ha desatado la guerra civil con el propósito de no abandonar el poder luego de 42 años de tiranía.
Las llamaradas han alcanzado a Siria, Jordania, Yemen, han invadido además a Argelia, Marruecos, Sudán la pequeña isla de Bahréin repleta de petróleo.
Al más notable pensador de temas históricos, el inglés Arnold J. Toynbee, se le debe en la culminación de su monumental obra ‘Estudio de la Historia’, la nítida distinción entre un grupo de sociedades humanas, a las que llama ‘Civilizaciones’ – complejo de creencias religiosas, ideas políticas, modos de vida, obras de ciencias, también de artes, etc., etc., – y las demás colectividades, designadas como ‘sociedades primitivas’. El mismo Toynbee señaló que hasta ahora ha habido 21 ‘civilizaciones’ y que al momento presente sobreviven de ellas, cinco: la Occidental; la Cristiano Ortodoxa, la Islámica, precisamente; la Hindú y la Extremo Oriental, aquella que justamente estos días acaba de ser azotada por la devastadora fuerza de los terremotos, el ‘tsunami’ y la peligrosísima difusión de las radiaciones nucleares, desde las ‘centrales’ de Japón, que fueran dañadas con excepcional severidad.
Si un momento volvemos la atención hacia la obra de Mahoma brotada en Arabia, deberemos reconocer que con permiso de un libro famoso estuvo marcada por ‘el drama y la paradoja’; sobre todo en sus últimos años. Luego de haber salvado su vida ejecutó la unificación de las tribus árabes, llevó a cabo la predicación religiosa y lanzó a su pueblo hacia una expansión vertiginosa, con el concepto de la ‘guerra santa’: el método más directo de alcanzar el Paraíso sensual, es morir combatiendo contra los ‘infieles’.
De hecho el Imperio llegó a incluir territorios de tres continentes: Asia, África, y Europa, y sus adeptos creían que tenía la forma de una media luna, cuyo cuerno oriental llegaba hasta la India y su cuerno occidental penetraba hasta España. Solo cuando se cumplía un siglo de la muerte de Mahoma, sufrió su primera derrota importante y fue detenido en un desfiladero de los Pirineos -Roncesvalles, “La Canción de Rolando”- con lo que no pudo penetrar hasta zonas del reino de los francos.
Con esa extensión fue imposible mantener mucho tiempo la unificación política; se dividió en ‘Califatos’, cada uno de ellos realizó decisivos aportes en el pensamiento filosófico, los progresos científicos y las obras des arte, ante todo de la arquitectura, que aún perduran y causan admiración.