Conocemos poco sobre la invasión peruana y la guerra de 1941. La bibliografía fue escrita fundamentalmente por los altos jefes militares y políticos que tenían como objetivo tratar de explicar el desastre o justificar sus actuaciones personales. Sus combatientes narraban episodios en forma oral, pero muy pocos fueron rescatados con garantías de credibilidad.
No se intentó nunca un rescate sistemático de los testimonios con fines de investigación. Y ahora ya es demasiado tarde. Por ello resulta importante haber publicado las “memorias” del sargento Carlos Alberto López, quien narra su experiencia de septiembre de 1941, cuando la unidad a la que estuvo asignado enfrentó a los invasores en Panupali en la provincia de El Oro. El testimonio se publica en “Procesos, Revista Ecuatoriana de Historia”, número 36, del pasado semestre.
Como se sabe, el 23 de julio de 1942 el Ejército peruano atacó varios puestos fronterizos ecuatorianos en la frontera sur, defendida por escasas tropas ecuatorianas, mal armadas y desorganizadas. Pese a ello, los invasores no lograron sino penetrar unos pocos kilómetros. El 26, la acción de varios países mediadores logró que se dé un “cese de hostilidades”, que el Ecuador respetó. Pero los mandos peruanos no lo acataron y lo aprovecharon para seguir atacando y avanzando. El 31 de julio se logró otra vez cesar las hostilidades y el compromiso de los países mediadores de enviar misiones para separar las fuerzas. Pero aun bajo estas circunstancias, las operaciones bélicas continuaron y las tropas peruanas siguieron ocupando territorios en El Oro, Loja y el Oriente. En octubre se firmó el llamado “Acuerdo de Talara”, y solo así terminaron las acciones militares.
La población de Panupali en el cantón Piñas (El Oro) fue ocupada por los peruanos el 7 de septiembre, luego de que la víspera fueron rechazados en Platanillos por las tropas ecuatorianas. Pocos días después, el 18 de septiembre, la acción combinada en que se destacó el Grupo de Caballería Febres Cordero, permitió el desalojo de los invasores de Panupali. A este hecho se refiere el testimonio del sargento López. Esta versión indica el papel de la Caballería Febres Cordero y también de la segunda compañía del Batallón Tulcán, al que el narrador pertenecía.
El testimonio de López que consta en trece páginas manuscritas, fue proporcionado por su hijo, Marco R. López, quien creyó que la narración debía ser publicada. Carlos Alberto López fue otavaleño. Nació en 1919 y se enroló en el Ejército desde muy joven. Se retiró de Sargento Primero, a los 15 años de servicio. Murió en Quito el 5 de noviembre de 1998. Dejó escritos sus testimonios de la guerra con la esperanza de que fueran publicados. Al insertarlos en “Procesos” hemos cumplido su aspiración.