Nadie cree que el reclamo efectuado en contra de ciertos textos del COIP se produce porque es en defensa de intereses o ventajas que perjudican el bien
de la comunidad. Lo dijimos en “Alerta penal” (27/9/13). Sería falsear la resistencia.
Tomemos como ejemplo la protesta de los médicos contra la figura que impone pena al profesional que cause la muerte de otro por faltar al deber de cuidado exigible.
Es una protesta en nombre de todos los que cumplimos roles sociales y que, del código en adelante, quedamos impedidos de pisar la zona de los ignotos riesgos prohibidos que dilucidarán los jueces, será conocida después que definan el ambiguo e indeterminado elemento “deber de cuidado” que trae la figura y del que dependemos para llamarnos reos o delincuentes.
Doctrina inconstitucional es la escogida por los ayos penales. ¿Por qué dictan este precepto? La respuesta que se da por la centena de asambleístas y neopenalistas que lo apoyan es que “la sociedad reclama la norma, hemos satisfecho como Gobierno la demanda del pueblo entregando la regulación penal para impedir más
muertes causadas por profesionales (léase médicos) negligentes”, dicen.
La verdad oculta, incluso a ellos, es otra: la ley es mero instrumento para generar la lealtad y confianza de la mayoría hacia la política criminal del Gobierno. La finalidad es que los no informados en materia socio-criminal (la mayoría) perciban que hay decisión oficial de luchar contra los delincuentes y los delitos que alarman a la sociedad.
Se convierte así la ley penal en una ficción encubridora al servicio de la actividad proselitista del poder, pues es obvio que nadie piensa en serio que las muertes causadas por profesionales (léase médicos) imprudentes disminuirán por efecto de la norma.
La respuesta del Gobierno al fenómeno de la negligencia profesional, médica en especial, es la dictación de una norma punitiva puramente simbólica, al igual que lo son otros preceptos nacidos de la hipertrofia penal contenida en el COIP. Leyes simbólicas y metástasis penal son síntomas de un vacío de autenticidad científica en el gobierno.
Es simbólica la respuesta de la norma penal protestada porque proyecta la creencia e imbuye la falsa consciencia de la virtualidad de la solución que contiene, esto es, que no habrá más muertos por negligencia médica.
Será, sin duda, el mejor ejemplo de la versión de la ley como mito y de su expresión como símbolo. Ello asegura su inoperancia para resolver este problema de
la sociedad y la norma carecerá de toda credibilidad y adhesión social.
Muchas normas del código seguirán el destino de toda ley mitificada y simbólica, valga decir, su ineficacia social. Ningún populismo debe hacer leyes, menos penales.
¡Apoyo a la resistencia de los médicos!