Niños y adultos compartieron papas durante el almuerzo, en Sanancaguán Alto, en Guamote.
La mayoría de familias en Sanancaguán Alto percibe ingresos menores al salario básico de USD 386.
Chimborazo lidera la desnutrición crónica en el país
“Aquí, la costumbre ha sido salir a la ciudad con lo poco que podíamos cosechar y venderlo. Con esas ganancias adquiríamos arroz y fideo, lo más barato de la tienda. Desconocíamos que nos hacíamos daño”.
Así María Alejandra Alvarado, presidenta de la Asociación de Mujeres de Sanancaguán Alto, describe en qué consiste la alimentación diaria de esta comunidad ubicada en el cantón Guamote, a dos horas de Riobamba, capital de Chimborazo.
Esta práctica lleva al menos 20 años y ha impactado, principalmente, en los menores de cinco años de las zonas rurales, como Sanancaguán Alto. En esta provincia, la tasa de desnutrición crónica se ubica en 48,8 por cada 100 niños, según la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2012-2014) del el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (INEC) y el Ministerio de Salud Pública (MSP). Esta cifra ubica a Chimborazo en el primer lugar de la lista a escala nacional.
Alvarado reconoce que en la época de sus abuelos se alimentaban mejor y vivían más tiempo, pero con la migración para buscar empleo, como albañiles o cargadores, no se ha dado importancia a las comidas. A sus casas retornan con pan, harina de trigo, bebidas azucaradas y fideo. No hay consumo de frutas, verduras ni hortalizas. Se come poca carne, huevos o leche.
Esta problemática se extiende, principalmente, a las zonas rurales de la Sierra, en donde la tasa promedio es de 38,4 con desnutrición crónica por cada 100 infantes.
En el caso de Chimborazo, las comunidades más distantes están situadas a más de tres horas de las cabeceras cantonales; las vías de acceso están lastradas y hay dificultades de transporte por las distancias y la mala condición de los caminos. Entre estas comunas están: Sablog, Totorillas, Galte, a cuatro horas de Riobamba.
Ahí se concentra la mayoría de casos de pobreza extrema y baja talla en los infantes. Las familias subsisten con menos de USD 2 al día, por lo que dependen del Bono de Desarrollo Humano para subsistir. Sólo en Guamote hay más de 5 000 beneficiarios.
Luis Anilema
Director de la Unidad de Planificación y Desarrollo de Guamote
Según la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades), 64,9% de la población de Chimborazo es considerada de bajos recursos por necesidades básicas insatisfechas.
Nueve de los 10 cantones de Chimborazo tienen mayor porcentaje de pobreza por necesidades básicas no cubiertas. Guamote y Colta son territorios considerados pobres en un 90%.
La falta de ingresos económicos en estas comunidades se debe en gran medida a que las familias cuentan con pedazos de tierra para monocultivos que no cubren su subsistencia y no tienen agua de buena calidad.
“Los niños están llenos de parásitos y sus estómagos se hinchan. Estos absorben los nutrientes y vitaminas de los alimentos y causan diarreas frecuentes”, explica Marco Pineda, médico particular y organizador de caravanas gratuitas de salud en Guamote. Tras el año debieran ser desparasitados cada seis meses.
El Ministerio de Salud lleva un registro periódico del peso y la talla de los niños en las zonas rurales de Chimborazo.
El agua que reciben tiene excesivo flúor y bacterias incluyendo coliformes provenientes de heces fecales, lo que causa las enfermedades digestivas.
La Encuesta de Condiciones de Vida del 2014 del INEC confirmó esta realidad: 46% de hogares en Bolívar reciben el líquido vital por tubería, ríos, vertientes, tanqueros, entre otras vías, que no garantizan su calidad. El 53,2% restante recibe agua por la red pública.
Para Luis Anilema, director de la unidad de Planificación y Desarrollo de Guamote, la ubicación geográfica dispersa de las comunidades es uno de los factores que dificulta dotar de agua a los poblados más distantes. “Es muy complejo administrar un cantón donde las comunidades más distantes están a 3 700 metros de altura en el páramo. Llevar el servicio hasta allá es carísimo”.
El municipio de este cantón ha invertido USD 5 millones en la primera fase de un plan maestro para dotar de agua a la cabecera cantonal y a 22 comunidades.
Los padres o responsables de los niños con desnutrición crónica están obligados a llevarles al control médico.
En la comuna de Sanancaguán Alto, la familia de Jefferson y Ariel, de 3 y 7 años solo tienen un tanque de agua que lo llenan con el agua sin tratamiento que llega al sitio. Esto a su vez hace que no se puedan duchar a diario ni lavar su ropa.
Jefferson mide 97 centímetros y pesa 12.2 kilogramos. Aunque su estatura es normal, según los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS), su peso se considera por debajo del promedio (entre 13 y 18 para su edad). Ariel pesa y mide casi la mitad de lo que indicado para ser considerado un niño saludable. Él mide 98 centímetros y pesa 14.7 kilogramos, debería pesar 22. Su tamaño debería superar los 110 cm.
Cuando hablan de su comida favorita mencionan la máchica y el arroz de cebada, sin embargo, son alimentos que se consumen ocasionalmente, cuando es temporada de cosecha de cebada, entre julio y septiembre. El resto del año consumen arroz, fideos, papas y col y cebolla, que sus papás siembran en el patio de la casa.
Pablo y Francisca, sus padres, se dedican a la agricultura y a la ganadería, que en promedio les da unos USD 30 mensuales, principalmente, de la venta de 15 litros diarios de leche. Él es beneficiario del Bono de Desarrollo Humano, que es de USD 50. Es decir, su ingreso suma USD 80, cuando la canasta vital nacional está en USD 497,83 y la canasta básica familiar asciende a USD 708,01
Como en la mayoría de casos, esta familia adquiere a diario los productos más baratos de la tienda local para alimentar a los niños. En la mañana toman leche y huevos de gallina; por la tarde ingieren una sopa ligera de vegetales y carbohidratos (papas, arroz o fideo) y en la noche pan, café o té. Rara vez consumen carnes rojas y blancas, que contienen el aporte proteínico que requieren.
Frente a este problema recurrente en la comunidad de Sanancaguán Alto, las 22 mujeres de la asociación que lidera María Alejandra Alvarado se propusieron a mejorar la nutrición de niños y adultos, a través de un proyecto de agricultura orgánica.
Por su parte el Ministerio de Salud realiza un monitoreo del crecimiento de los niños en visitas domiciliarias y entrega suplementos alimenticios. Entre las estrategias para erradicar este problema también está la entrega de mensajes educativos, a través de los medios de comunicación.
En este 2017 se ha atendido 288 casos de niños con desnutrición y 91 casos de niños con desnutrición crónica. La mayoría (107) están en Colta y Guamote.
“Tenemos mucha resistencia en las comunidades indígenas, donde está la mayor parte de casos de desnutrición. Ellos miran los uniformes blancos de los médicos y lo relacionan con algo malo, por eso estamos en el proceso aprender e incluir aspectos de la cosmovisión andina”, cuenta Pablo Rosero, coordinador zonal.