Resumiendo, el mito dice que, por las calles de Coventry en la Gran Bretaña del siglo XI, una tarde la condesa Godiva: “regalo de Dios”, en latín, montada a caballo paseaba -sin más vestidura que su larga cabellera; despertó la atención de los habitantes, quienes tenían la condición de encerrarse y no abrir ventanas ni puertas, mientras la bella dama cumplía un trato pactado.
El conde Leofric, su esposo, por ambición y abuso de poder, había impuesto tributos demasiado altos a sus vasallos. Godiva empática con su pueblo le rogó que los rebajara. El conde accedió con una condición: que ella recorriera desnuda sobre un caballo; lo hizo, bajo dichas reglas. El conde admirado por la valentía de su esposa cumplió y rebajó los impuestos. Pero alguien desobedeció: un imprudente sastre la vio a través de las persianas, quedándose ciego por esto; y le llamaron “Tom el mirón”. Ella podría ser la primera en ocupar el cuerpo para defender una causa social, aunque no precisamente por decisión propia.
De lo descrito -no obstante ser un mito- y trayendo a la realidad actual, rescato la importancia de la presencia de una primera dama, cuyo papel, entre otros fundamentales, debe ser ayudar a mantener el equilibrio emocional de un presidente, y ser la más severa evaluadora del avance del programa de gobierno.