Se pueden agotar los recursos naturales de un país y no necesariamente se puede ver en dificultades sino se los invirtió; parece que este es el indicador más importante y evidente de los últimos cien años: naciones que han llegado a la prosperidad sin heredar recursos naturales, sino creando “conocimiento” y haciendo de este un recurso inagotable, han prosperado.
Equivocadamente se decía que un país es próspero porque la naturaleza le proveyó de inmensos recursos naturales, pero estos tienen un límite si su explotación es indiscriminada, ofensiva y no planificada; no así el recurso inagotable del “conocimiento” para el crecimiento y desarrollo.
Si se revisan las cuentas nacionales de cualquier país de la Región, se observará que la actividad agrícola ha crecido enormemente para atender la demanda, pero la “economía de servicios” lo ha hecho en forma abrupta para atender una demanda mayor que quiere “pronto y mejor a costos más bajos y competitivos”, esto solamente gracias al “conocimiento” que lo hace sostenible.
Los recursos naturales generan empleo masivo, una rentabilidad grande y parecen inagotables las reservas especialmente aquellas que se encasillan como “renovables”, pero estos activos naturales, se hallan en la mira no solo del agotamiento con consecuencia incluso ambientales sino del deterioro de los precios internacionales de las exportaciones de productos primarios como la madera, el petróleo, minerales, productos de mar, etc.; se ha deducido que la dependencia de la exportación de recursos naturales, es una limitante para el desarrollo económico ; los países exportadores de materias primas, pierden las oportunidades que ofrece la “Economía de Servicios”, la Economía del Conocimiento.