¿Cómo será la economía mundial en 2021? La futurología acumula fracasos. Primero, veamos el gran error de los últimos 100 años.
En 1921, llevaba 4 años la revolución rusa, que dio credibilidad a la teoría de Carlos Marx, que el mundo se encaminaba inexorablemente al comunismo. En 1929, el capitalismo sufre una de sus recurrentes crisis; la Unión Soviética (Rusia) no se vio afectada, y cundió la idea que la economía de mercado agonizaba, para entusiasmo de los intelectuales a los que repugnaba que bajo el capitalismo el mejor productor y trabajador ganen más, ya que da origen a la desigualdad en ingresos. Los obreros anhelaban la promesa del futuro sin miseria.
La verdad era otra. La revolución no mejoró el nivel de vida de los rusos. Pero el mito del inevitable triunfo del comunismo subsistió hasta 1991 en que colapsó la Unión Soviética.
Mientras tanto, el capitalismo se remozó. En 1936 el economista británico Maynard Keynes postuló que siendo el Estado el mayor agente económico, debía usar su poder para regular la economía, impidiendo que se descarrile. Los países aplicaron las propuestas de Keynes y salieron de la crisis. Para 1980, sin embargo, a la política keynesiana se le atribuyó causar un estancamiento con inflación, y hubo un renacer de las propuestas de Friedrich Hayek, que el Estado no debía micro manejar la economía. Desde entonces, inclinándose a veces a Keynes, otras a Hayek, los países han mantenido un formidable crecimiento económico sin caer en una crisis de larga duración. Francis Fukuyama postuló que la economía liberal y no el comunismo era ”El Fin de la Historia”. Ese es un escenario plausible para 2121: que se mantenga el sistema económico liberal.
Hay otros escenarios. No existiendo ya un país que muestre que socialismo y totalitarismo van juntos, en los países occidentales nuevamente brotan ideas socialistas. El socialismo es intelectualmente atractivo: no hay desigualdad. En los EE.UU., Barney Sanders, multimillonario que se auto proclama socialista, estuvo cerca de lograr la nominación presidencial del partido demócrata. A lo mejor este siglo el mundo se encamine a un sistema económico en que predomine la propiedad estatal de los medios de producción.
Hay más. Hoy la inteligencia artificial avanza vertiginosamente; las máquinas reemplazan al hombre. Obreros, secretarias y traductores entre otros han sido reemplazados por máquinas. Están en etapa experimental los vehículos sin conductor. A lo mejor en 2121, las máquinas harán casi todo el trabajo. El Estado repartiría una mesada universal para que la población ociosa compre los bienes y servicios que ofrecen las máquinas: fin a la desigualdad.
Esos son tres escenarios. Pero a lo mejor la economía toma otro rumbo, algo que ni siquiera se nos ocurre. El futuro es impredecible.