La Inteligencia artificial (IA), es la inteligencia llevada por máquinas, que imitan las funciones cognitivas humanas. Surge en la década de 1940 sin mayor trascendencia, pero a partir de 1950; un matemático británico, se pronuncia a través de aplicaciones de informática gravitando sus investigaciones en la genética humana.
La IA apoyada en plataformas digitales con doctrinas y algoritmos, monitorea en tiempo real diferentes anomalías en peligro inminente en el escenario planetario. Anunció el comienzo de la pandemia llamada covid-19, ocasionada por el genoma SARS-CoV-2, universalmente presentado en diciembre 2019.
El ser humano predominará su propia inteligencia sobre la Tierra, con el infinito conocimiento e investigación, para hallar en la naturaleza y la biodiversidad, las condiciones para mitigar la propagación del virus; de allí, la carrera frenética por encontrar una vacuna cuanto antes. Sin embargo, hay muchos acontecimientos desapercibidos con la contribución que la tecnología está haciendo para evaluar el pulso del contagio. El sector de la IA, superando limitaciones intrínsecas del conocimiento humano, contribuye con sus mejores decisiones clínicas en esta abrumadora tarea.
En otro aspecto la IA en prácticas “lógicas y futuristas,” priorizan soluciones en estudios científicos-tecnológicos, para mejorar los diagnósticos oportunos de rehabilitación en pacientes que han sufrido accidentes cerebrovasculares, radiografías del tórax, etc.; así como, monitorear estudios moleculares, con herramientas de alta incidencia estratégica; optimizando resultados y siguiendo medidas de seguridad recomendadas por la OMS, con innegables investigaciones en: Universidades, Laboratorios Clínicos Microbiológicos-Genéticos entre otros, más acreditados del mundo en el progreso para contribuir con absoluta certeza el estado inmunitario del individuo.
En tal virtud la IA, cuando la batalla contra la pandemia haya terminado, vaticinio que necesitará más tiempo para ser útil.