En el colegio no estudiamos, pasamos de farra los fines de semana, y luego nos quejamos de que la universidad es muy exigente y elitista. Decidimos no seguir la universidad, y cuando entramos al mundo laboral, consideramos injusto ganar menos que un profesional. Gastamos más de lo que ganamos, nos endeudamos con la banca, y luego nos quejamos de los altos intereses. Decidimos tener pareja muy joven, hacemos una familia numerosa y luego reclamamos que el Estado debiese asegurar el buen vivir de la familia. Criticamos el lujo de los empresarios, pero no decimos nada ante el lujo de los políticos. Criticamos el lujo de los empresarios, de los que generan riqueza y dan trabajo, sin embargo, pagamos fortuna para ver a nuestros futbolistas, comprar su uniforme, siendo muchos de ellos más ricos que empresarios, y no generan empleo. Criticamos a la religión, destruimos sus templos e imágenes, sin embargo, adoramos y veneramos a personas de carne y hueso. Odiamos y queremos destruir el imperialismo yanqui, pero el primer país que conocemos cuando podemos es ese. Odiamos y queremos destruir el imperialismo yanqui, pero queremos que todo lo nuestro sea ‘made in usa’. Odiamos y queremos destruir a las grandes transnacionales farmacéuticas, sin embargo, acudimos directamente a sus productos cuando requerimos medicina. En resumidas cuentas, queremos estudiar menos, trabajar menos, divertirnos más, farrear más y vivir holgadamente… vamos a terminar en una anarquía, o una tiranía.