Más de un siglo de historia, entre internos, vecinos y comerciantes, se irá de San Roque. Ocurrirá cuando salga la última persona del edificio del expenal García Moreno. Luego, la estructura seguirá en pie, con un uso diferente.
La propuesta de la que se habla se refiere a convertir este espacio en un hotel. Todavía no hay un proyecto oficial.
Marzo fue el plazo para el traslado de los ocupantes del centro de rehabilitación al nuevo establecimiento, en Cotopaxi. Este se extendió para junio del año en curso. La intervención de este edificio -que fue inaugurado según el cronista de la ciudad, Juan Paz y Miño, en 1874- es parte del plan de revitalización del Centro. Se sumará al eje denominado 24 de Mayo, que incluye el molino El Censo, el parque Qmandá, La Ronda y el bulevar.
Uno de los primeros pasos que se deberá dar una vez desocupado el bien patrimonial será un análisis estructural.
Este edificio ha experimentado modificaciones, principalmente, para incrementar la capacidad de internos. Según datos del Ministerio de Justicia, actualmente su población es de 1 476 personas. La ocupación hasta enero fue de 3 255.
A decir de uno de los expertos consultados (ver punto de vista), el análisis y la consolidación de un proyecto técnico tomaría unos seis meses; la consolidación de una primera etapa, un año y una habilitación definitiva, alrededor de dos. Esto deberá incluir el reforzamiento de columnas, por la antigüedad del predio.
En la publicación ‘Calles, casas y gente del Centro Histórico de Quito’, el investigador Fernando Jurado refiere que el panóptico fue inaugurado con 275 celdillas, al estilo del renacimiento alemán, a cargo del arquitecto Tomás Reed.
El proyecto integral de revitalización del Centro está liderado por el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda. En el plan, se menciona al penal en la categoría: ‘Presencia de equipamientos incompatibles‘, junto con el mercado San Roque y La Marín.
Para uno de los personajes emblemáticos del sector, Jorge Rivadeneira, fabricante de trompos, el edificio debería ser un instituto técnico, para la formación de los jóvenes.
Paz y Miño menciona que con el tiempo, este escenario se convirtió en un lugar de peligro. Aunque, se tiene referencias que antiguamente las personas tenían un contacto más cercano e incluso “no tenían problema para entrar y ahora el pedido es se vaya el concepto del penal, no el edificio”.
Según la Unidad de Policía Comunitaria, unas 1 200 personas habitan en el sector y hay 3 000 vendedores. Ellos serían los beneficiarios del cambio.
Puntos de vista
‘El inicio es un estudio a fondo’
Alexis Mosquera Dec. Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes, U. Católica.
Sería un error analizar el edificio por sí solo, debe ser estudiado en el gran contexto histórico y de evolución de la ciudad. El edificio es de características singulares, se presta para muchos usos: vivienda, cultura… Pero hay que preguntarse, qué le puede aportar al sector. Primero hay que hacer un estudio exhaustivo de la realidad. Los muros ya deben haber agotado su capacidad de carga y deberán tener un refuerzo.
Por la historia del uso habrá que hacer prospecciones de condiciones de suelo, lecturas sobre las transformaciones por cambios, adiciones, cosas que se han hecho sin estudios de respaldo. Esa fase de diagnóstico tiene que ser exhaustiva. Un espacio para niños y jóvenes podría aportar.
‘Una parte de la vida urbana’
Mario Unda Investigador del Centro de Investigaciones Ciudad
Hay que tener en cuenta que los espacios son relativos a la zona en la que están, a los barrios cercanos y a la ciudad en su conjunto. Hay que pensar un uso que mejore las condiciones de vida tanto de los pobladores aledaños como de la ciudad: en lo social, económico o cultural.
La población debe ser tomada en cuenta en la decisión, que no sea un gran mobiliario urbano, en el que la gente sea ajena. Desde hace algún tiempo se han introducido elementos urbanos que cambian la condición del Centro. Lo que hay que pensar es en espacios que permitan una interacción fluida de la comunidad. Habría que propiciar mecanismos de participación y tomar en cuenta la diversidad de la población.
‘Un museo con dos caras’
Abdón Ubidia Escritor ecuatoriano y estudioso de relatos orales
Aún estamos a tiempo. Hacer del penal un hotel sería un error. ¿Quién querrá alojarse allí? A menos que tenga un carácter macabro y reciba a pasajeros sadomasoquistas con un spa que incluya látigos y cadenas. Ese viejo edificio es el testimonio de la otra historia del Ecuador. No sólo porque allí estuvieron presos grandes personajes como Eloy Alfaro; sino por los otros: los miles de seres anónimos, los condenados por la sociedad y, a veces, por ellos mismos, a una vida sórdida y trágica.
Ese edificio guarda memorias malditas, que no debemos olvidar. Es casi una representación del mal. ¿Por qué no hacer un museo de la exclusión o de la historia social del Ecuador, completa y con sus dos caras?
Cronología
1 de abril del 2012. La suspensión de visitas a las personas privadas de la libertad en el expenal García Moreno originó protestas de los familiares, en los exteriores de este centro. Hubo preocupación en el barrio.
15 de diciembre del 2013. 55 personas privadas de la libertad se fugaron del Centro de Detención Provisional del expenal. Esto causó alarma entre los moradores de San Roque y otros barrios.
21 de febrero del 2014. 351 personas privadas de la libertad con sentencia en firme de los pabellones E y C del expenal edificado en 1879. Se anunció este como el primer paso del cierre del expenal.