Conversación en un taxi: Usuario: “Amigo, ¿cómo ve la situación? Taxista: “Jodidos, jefe, como siempre”. Usuario: ¿Y por qué jodidos? Taxista: “La baja del petróleo y la gente, alocada, con eso del coronavirus, es el colmo”. Usuario: ¿Cómo es eso de alocada? Taxista: “Vea jefe, los del Gobierno, los médicos entrevistados, y los periodistas salen a decir en la radio y la TV que hay que estar calmados, que el coronavirus es una gripe cualquiera que, frente a otras, no es grave, que solo ataca a los viejitos; así que por eso aquí, tranquilo…”.
Si, la campaña del Gobierno apoyada por algunos medios tiene el efecto momentáneo de generar en la población, como en el taxista, una relativa tranquilidad, pero sobre la base de una información cuestionada por voces informadas de fuentes científicas, que confirman la peligrosidad de este virus, sobre todo en países como el nuestro, con débiles sistemas de salud y con varios segmentos de la población, pobres y desnutridos, altamente vulnerables a cualquier tipo de enfermedad.
El mensaje “tranquilizador”: “es una gripe cualquiera”, en un país con una cultura de muy baja prevención y con pésimas costumbres higiénicas, genera un relajamiento colectivo, un “aquí no pasa ni pasará nada”, creando una barrera mental y real en millones, frente una realidad dramática que se viene encima, y haciendo perder un tiempo valioso que debería ser aprovechado para que gente consciente y sensibilizada, ponga de suyo para informarse y prepararse para la fase 3 de expansión de la enfermedad, que algún momento esperemos que no llegue.
Pero el mensaje oficial no solo es “tranquilizador” sino triunfalista: “estamos bien preparados”, “Está todo a punto”, lo que contrasta, con información de la no muy buena situación tecnológica de algunos hospitales públicos receptores de los enfermos del virus, y de un debilitado sistema de salud por la reciente salida sin planificación de miles de empleados.
De todas maneras, la “tele medicina”, ha descongestionado a las casas de salud en estos días.
Sin embargo, la preocupación crece, no solo en las grandes ciudades, sino también a nivel local, caso de la probable expansión de la enfermedad en Sucumbíos, en cuyo hospital público estuvo internado el turista holandés que dio positivo al coronavirus.
Sí, la preocupación aumenta, ya que la gente se informa de medidas inéditas de contención en Italia, de cuarentena de todo un país, y se espanta cuando presiente que ya mismo eso puede suceder acá.
A esto se suma la estrepitosa baja del precio del petróleo que golpeará brutalmente nuestra economía. La inminencia de problemas tan graves, puede gestar cualquier respuesta colectiva. El Estado no puede solo, la sociedad debe complementar esfuerzos. La sabiduría, la solidaridad y transparencia generarán la unidad que tanto necesitamos y será la única salida. Lo otro es el caos.