Los primeros meses del año 2020 han sido difíciles de digerir, y los meses que vienen serán aún más complicados. El mes de enero nos despertó con la crisis internacional entre Estados Unidos e Irán por la muerte del principal comandante iraní, Qasem Soleimani, a manos de Estados Unidos. El calor extremo en verano, como un resultado del cambio climático, provocó miles de incendios en Australia que se propagaron durante enero y que destruyeron aproximadamente el 20% de los bosques del país. Al mismo tiempo, las mayores economías del mundo alertan sobre una posible recesión económica, similar a la que el mundo ya sufrió en el 2008, una crisis que acrecienta el descontento social del que hemos sido testigos en todas las regiones del mundo.
La crisis suscitada por el coronavirus (covid-19) ha afectado a todos los continentes, lo que llevó a la Organización Mundial de la Salud a alertar sobre la posible existencia de una pandemia global, mientras hace un llamado a aunar esfuerzos para enfrentar el problema, evitando estigmas y odio.
Frente a estas circunstancias, cabe preguntarse cuál es el rol de la comunidad internacional para prevenir y enfrentar los desafíos en esta nueva década; en particular, la necesidad de fortalecer el multilateralismo en búsqueda de soluciones a problemas que afectan a todos por igual. Al respecto, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por todos los Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas, es un gran punto de partida para posicionar al ser humano y sus derechos como eje central en la promesa de un mundo en el que “todas las personas puedan llevar una vida productiva, vibrante y pacífica en un planeta sano”.
En este sentido, la Cumbre Mundial sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, celebrada en Nueva York en septiembre de 2019, llamó a todos los sectores de la sociedad a que se movilicen en una década de acción en favor de este fin común, llamada que incluyó al sector privado para que impulse las transformaciones necesarias. Parte de este propósito, implica el reconocimiento de sus responsabilidades a nivel global para mejorar el estado del mundo y nuestro futuro global.
Asimismo, estos son los objetivos expresados en el Manifiesto de Davos, una iniciativa del Foro Económico Mundial que incluye principios éticos y voluntarios dirigidos a las empresas hacia la cuarta revolución industrial. Sin embargo, un número de propuestas sobre responsabilidad corporativa están siendo discutidas a nivel internacional, una de ellas lideradas por Ecuador en la ONU sobre la elaboración de un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre empresas transnacionales y derechos humanos.
Estos esfuerzos, podrían marcar un hito en la búsqueda de un mundo más justo que no deje a nadie atrás.