Marco Suárez sostiene uno de los ejemplares del libro ‘Santa Cruz, un sueño posible’, que presentó en Quito el 6 de febrero del 2020. Foto: Carlos Rojas A. / EL COMERCIO
Al acomodar su archivo de recortes, el montañista ecuatoriano Marco Suárez Carrera empezó a encontrar hojas sueltas escritas a mano de un diario de viaje de 1984 cuando con Ramiro Navarrete abrió una ruta de alta dificultad en el Santa Cruz, en la Cordillera Blanca del Perú.
Al leer sus anotaciones, los recuerdos empezaron a llegar tan nítidos como si los hubiese vivido recientemente. Fue entonces que se animó a escribir y el resultado fue ‘Santa Cruz, un sueño posible’ que se presentó la noche del 6 de febrero del 2020 en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito.
Se trata del primer libro del andinista de 65 años, quien se enamoró de la montaña desde la primera vez que subió al Rucu Pichincha cuando solo tenía 10 años de edad.
Ese gusto por los cerros y nevados lo llevaron años más tarde, en su adolescencia, a ser parte de las salidas masivas que ya por entonces organizaba el intrépido Fabián Zurita. Más adelante, ya perdidamente entregado a las montañas, también integró los clubes de andinismo Sadday, Pablo Leiva, entre otros. En la actualidad es el director del grupo juvenil del Club de Andinismo del Colegio San Gabriel.
“Recordar lo que pasamos con Ramiro en el Santa Cruz ha sido como volver a vivir esa aventura. De él aprendí a ser paciente, a saber ponerme en contacto con la montaña, a aceptarla y que la montaña le acepte a uno para poder avanzar”, afirma Suárez, padre de familia que ha integrado expediciones tricolores en Colombia, Perú, Bolivia, Argentina, Nepal, Pakistán, entre otros países.
Un pionero
El carchense Ramiro Navarrete fue el primer ecuatoriano en llegar a una cumbre de más de 8 000 metros en la cordillera del Himalaya. En 1987 subió el Shisha Pangma, de 8 046 metros sobre el nivel del mar, en el Tíbet. Un año después, el legendario aventurero murió en Nepal al descender de la cima del Annapurna (8 091 m). Tenía 39 años.
‘Santa Cruz, un sueño posible’ es también un homenaje a ese expedicionario que dejó enseñanzas en varias generaciones de andinistas ecuatorianos. “Ramiro era un visionario. Ya en 1980 tenía esa idea de hacer cumbres complicadas, de abrir nuevas rutas dentro y fuera del país”, recuerda Suárez.
En el Illampu, Bolivia, en 1982. De izquierda a derecha están Milton Moreno, Ramiro Navarrete (+), Iván Rojas, Marco Suárez, Marcos Serrano, Rafael Martínez y Rogelio López. Foto: Cortesía Marco Suárez
“En julio de 1984 salimos al Santa Cruz y logramos subir por la pared sur que era considerada como muy extrema, para la época. Esta escalada no se ha vuelto a repetir. Fue la primera ruta de alta dificultad abierta por ecuatorianos en la Cordillera Blanca y desde entonces se la conoce como la ruta de los ecuatorianos. No voy a negar que en algún momento tuve miedo e intenté convencerle de regresar, pero la tenacidad de Ramiro era increíble. Él nos conocía, sabía de qué pata cojeábamos, y entonces me dijo: no maestro, démosle un larguito más de cuerda. Entonces me dijo que vaya primero y comencé a escalar y luego me olvidé que debía regresar. Así era él, sabía como sacar lo mejor de cada uno”.
Una imagen de Ramiro Navarrete en Bolivia, en 1981. Foto: Cortesía Marco Suárez