En septiembre irá al Capitán y en octubre al Nepal para escalar el pico de Larky que tiene una pared vertical. Foto: Julio Estrella/El Comercio
Coronar el Everest se volvió una adicción. Esteban Mena llegó a la cima del coloso el 27 de mayo pasado, lo hizo por tercera ocasión en cuatro años. “Como ser humano me siento atraído por la montaña. Solo me dan ganas de estar allí”, dice el montañista de 27 años.
Su amor por el montañismo nació cuando cumplió 14 años. “Llegué a la cima del Corazón, una montaña de 4 790 metros. No era muy alta, pero me costó muchísimo. Creo que ese esfuerzo hizo que naciera en mí la afición por escalar”.
Al cumplir 19 años fue al Aconcagua, en la frontera ente Chile y Argentina, “allí, ni siquiera tomaba fotos, porque tenía la convicción que escalaba para mí”.
Pero hace cinco años conoció a Iván Vallejo, “mi amigo y mentor. En sus audiovisuales exhibía los videos y fotografías de lugares increíbles. Me cambió la forma de pensar”.
También, le marcó las palabras de Ramiro Navarrete, quien fue el primer montañista ecuatoriano en subir montañas de más de 8 000 metros de altura, pero que falleció al intentar coronar el Annapurna, en 1982. “Él decía que hay que subir las montañas, pero sobre todo hay que regresar para contar esa experiencia para poder trascender”.
Junto con Vallejo y Carla Pérez, su novia, conformaron el equipo Somos Ecuador . En el 2013 la expedición fue hasta el Everest. “Fue cumplir un sueño, puse todo mi esfuerzo para coronar sin oxígeno artificial”.
Pero su alegría no fue completa pues Carla Pérez tuvo que regresarse a 200 metros de llegar a la cima. Llevó un mechón de pelo de su novia a la cima, para hacer menos dolorosa su frustración.
El año pasado regresó al Everest, “esta vez como apoyo. Quería ayudar a Carlita a lograr su objetivo de llegar a la cima. Esta vez fui con botellones de oxígeno y llevé una cámara para grabar su hazaña”.
En abril de este año fue de nuevo al coloso. “Dos amigos, Cory Richards y Adrián Ballinger se enteraron de mis dos ascensos anteriores y que además de subir montañas sé grabar videos. Me contrataron para apoyarlos en llegar a la cumbre sin oxígeno artificial”.
Dijo que fue una experiencia distinta, pese a que tiene experiencia como guía de montaña en Ecuador. Esta vez llevó cuatro cámaras. Una profesional para lograr mayor nitidez aunque era la más pesada; una pequeña, que llevaba en una mano, para usarla en casos de emergencia, “otra venía en un teléfono, que la usamos porque era auspiciante de la expedición, y otra que nos permitía graba en ángulos de 360 grados. Todo el equipo costo USD 15 000 y pesaba algo más de 6 kilogramos”.
Esteban subió a la cima con el menor peso posible, pues el próximo año quiere volver al Everest con Cory Richards, pero esta vez a buscar una ruta diferente, no ir por la cara norte como lo ha hecho en las tres ocasiones.
Pero como ese nuevo proyecto se cumplirá en el 2018, este año tiene una agenda interesante por cumplir. “Con Carlita vamos a escalar el Capitán, en Estados Unidos”.
En octubre irá con Roberto Morales y Francisco Navarrete al Nepal. Allí escalarán el Larky, que tiene una pared vertical de 1 500 metros. Se quedará 20 días más para escalar en solitario el Pumori (7 130 m) y el Ama Dablam (6 900 m).
Así es Esteban un inquieto de la montaña, que cuando está en Quito solo se entrena para el nuevo ascenso o desafío. Le da gracias a la vida porque puede hacer lo que le gusta y gracias a la montaña, “porque me permitió conocer a una gran compañera de vida, Carlita”.