El sonido del golpe contra el piso de los cascos de los 13 caballos que van a tropel, por un sendero de tierra y piedras, rompe con el silencio del acogedor paraje. El sendero circunvala el cráter del volcán Pululahua, ubicado a 40 km hacia el noroccidente de Quito.
No es necesario ser un experto jinete para disfrutar de una de las ocho rutas que hay en el Green Horse Ranch. Su propietaria, Astrit Miller, diseñó recorridos dependiendo de la experiencia de los visitantes.
Las rutas para los principiantes son de cuatro horas. Antes de iniciar el paseo, hay que ensillar los caballos y dotar a los turistas de polainas y casco para proteger sus cabezas.
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Miller contó que para elegir el caballo adecuado hay que llenar un formulario en el cual consta el peso y la estatura de quien va a montar. En el Green Horse Ranch hay 26 caballos. Todos llevan el nombre de un personaje de la saga ‘El señor de los anillos’. Frodo, Arwen y Gandalf, la yegua que monta Miller, son algunos de los nombres que se leen en la oreja derecha de los ejemplares.
El pasado jueves, llegaron 13 mujeres alemanas residentes en Quito. Ellas participaron del paseo Explorando el Pululahua. Se aprecia el cráter del volcán, la flora (variedad de orquídeas) y la fauna (alrededor de 25 especies de aves).
Los recorridos tienen tres etapas. El paseo, el trote y el galope. En la primera, el caballo camina; en la segunda, el caballo aumenta la velocidad y el jinete se mueve de arriba hacia abajo. En el galope, la persona se mueve al ritmo del lomo del caballo, muy similar al desplazamiento de una ola de mar.
El grupo de extranjeras realizó el paseo a galope. Julia Therri comentó que después de esa experiencia quisiera realizar un recorrido más arriesgado como el que va desde los bosques tropicales hasta el páramo, y dura de ocho a 12 días.
Ella quiere conocer el páramo, donde se ubica la hacienda La Alegría (sur de Quito). Ahí, su propietario Gabriel Espinosa es el encargado de recibir a los visitantes. De una forma muy didáctica y sobre un fuerte y blanco ejemplar llamado Dante, enseña a montar.
“Quien va a realizar un recorrido debe pasar tres pruebas”, asegura Espinosa. Una es la vuelta al mundo, en la cual el jinete da un giro completo sobre el caballo en movimiento. La otra es el saludo a la bandera: arrodillarse sobre el caballo y levantar la mano izquierda y el pie derecho. La última, que avala la cabalgata, es el vuelo del pájaro, que no es más que pararse sobre el caballo y abrir horizontalmente los brazos.
¿Nada complicado? Espinosa garantiza que hasta una niña de ocho años puede hacerlo. Allí también se ofrece hospedaje, alimentación, demostración de un paseo del Chagra y paseos por las montañas.
Es importante abrigarse bien, pues al galopar el fuerte viento del páramo no solo se siente en el rostro, también en las manos que sostienen las riendas. Una aventura recomendada para fin de semana.
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