En la avenida De los Shyris y Portugal se pueden observar los puestos navideños. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Luces multicolores, árboles y adornos de distintos tamaños y formas. No faltan las figuras para el pesebre. Hasta tres generaciones de comerciantes ofrecen estos artículos en distintos puntos de la capital.
Rocío Sánchez, de 58 años, es un ejemplo de los vendedores que han heredado el oficio. Ella es la tercera generación y ubica su puesto con artículos de temporada en el parque La Carolina. Son 40 años desde que su familia se dedica al comercio y forma parte de la Asociación 25 de Diciembre.
Ella, al igual que sus compañeros, tramita los permisos municipales con anticipación y desde el 10 de noviembre ya oferta la mercadería. En su caso, además de los trámites, también se abastece con antelación de los productos y viaja a Panamá, Perú y Colombia. La inversión, sin contar con los artículos sobrantes de años pasados, suma unos USD 12 000.
Fernando Caiza, presidente de la Asociación de Pequeños Comerciantes Santa Clara (65 puestos), al igual que Sánchez cuenta que el comercio es una tradición familiar y el sustento de los hogares de cada generación. El riesgo va de la mano con el oficio, pues también se exponen a no recuperar la inversión. En su caso, esta asciende a unos USD 5 000.
De ahí que los comerciantes tienen jornadas de trabajos extendidas, que arrancan desde las 07:00 y se extienden hasta las 21:00. Sánchez y Caiza incluso duermen en sus puestos para asegurar su mercadería.
El dirigente explica que este año, al menos en la zona norte, hubo más apertura de las autoridades para obtener los respectivos permisos para trabajar de manera regular en sitios como Santa Clara, Iñaquito, av. América, entre otros.
Entre los documentos que presentó estuvieron la copia de la cédula y el comprobante del Régimen Impositivo Simplificado (RISE). Además, cuenta, deben capacitarse. Chávez añade que presentó copia del permiso del año anterior y una solicitud.
Patricia Herrera es otra heredera del giro comercial. Ella y su madre, Beatriz Molina, llevan dos décadas vendiendo los adornos. Desde agosto empezaron a comprar los artículos.
El puesto de las mujeres se abastece con hasta USD 4 000. La inversión inicial es de 2 000, pero la van incrementando según la demanda. Lo más pedido por la clientela son las luces y las figuras para el pesebre.
En El Tejar, en cambio, entre las comerciantes está Mariana Vega. Trabaja desde hace 45 años en el Centro. Invierte USD 30 000, pues su fuerte es la venta al por mayor. Con los años ha bajado la inversión, pues ha disminuido la demanda. Atribuye la baja a la competencia de locales con mercadería de origen chino.
De todas formas, cada uno de los vendedores le sigue apostando a fortalecer el negocio. Así que se esmeran en la presentación de los productos y, en las noches, se distinguen los puestos en aceras y parqueaderos iluminados.
Desde este jueves se desarrollarán los denominados Mercados Navideños. Se extenderán hasta el domingo, con 80 espacios. Para su apertura se desarrolló un proceso de aplicación y registro. Mañana, los seleccionados recibirán una capacitación de seis horas.
Los puestos se instalarán en la Plaza Quitumbe y en la plataforma exterior del Centro de Eventos Bicentenario. Atenderán jueves y viernes de 16:00 a 22:00, sábado de 11:00 a 22:00 y domingo, de 11:00 a 20:00.