El empleo de armas de fuego en las situaciones de orden público, como una protesta, no contribuye a restablecer la paz y el orden, sino que puede empeorar una situación ya caótica, dice el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en las ‘Reglas y normas internacionales aplicables a la función policial’, basadas en los ‘Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza’ de la ONU, que cabe desempolvar para responder por las víctimas de octubre.
¿Empleo de la fuerza? Sí, la del Estado en protestas. Ocho personas perdieron un ojo por proyectiles antimotines en Ecuador (octubre del 2019), igual que cuatro personas en Catalunya (tercera semana de octubre), que 22 ‘chalecos amarillos’ en Francia (desde 2018) y que 180 personas en Chile (reporte del Colegio Médico del 5 de noviembre).
¿Heridos en los ojos? Sí, lesiones permanentes, irreversibles. Señores, las escopetas ‘antidisturbios’ para bombas lacrimógenas, para perdigones y para balines de goma (algunos con centro metálico) son armas que usadas de forma antiética matan. ¿Antiética? Sí, cuando se apunta al cuerpo, por ejemplo.
¿Matan? The British Medical Journal documentó 53 muertes por balas de goma entre 1990 y el 2017, con impactos en cuello y cabeza. En Ecuador, una bomba lacrimógena ‘no letal’ del Estado destruyó parte del cerebro del estudiante Edison Cosíos, quien falleció este abril tras 91 meses en estado vegetativo. La CIDH alerta de al menos dos muertes por proyectiles en los hechos de octubre en Ecuador.
¿Qué hay en común entre lo ocurrido en Chile, Francia, España con lo visto en Ecuador? Debe investigarse. Carabineros de Chile asesoraron la reestructuración de la Policía después del 30-S, policías de Francia capacitaron a la Unidad del Mantenimiento del Orden (UMO).
No, no es que la Policía no deba entrenarse. Salvo que dos ‘principios’ del manual del CICR suelen pasarse por alto con los agentes: el desarrollo de la capacidad de diálogo/negociación en protestas (para reducir conflictos) y la revisión “permanente” de las aptitudes éticas y psicológicas. Una ceguera que puede ser letal.