El Ecuador vive momentos de delicada tensión. Luego de las medidas económicas tomadas por el gobierno, se ha pasado de la protesta a la desestabilización.
A diferencia de otras ocasiones en que indígenas y otros sectores bloqueaban vías, se concentraban en sitios estratégicos y marchaban hacia la capital de la República para exigir rectificaciones, en ésta ha llamado la atención el cometimiento de hechos vandálicos, saqueos e incluso ataque a edificios de instituciones del Estado.
El presidente Lenín Moreno ha culpado al ex presidente Rafael Correa y al dictador venezolano Nicolás Maduro de provocar un golpe de Estado en Ecuador. “Lo que ha sucedido en estos días no es (solamente) una manifestación social de descontento o protesta frente a una decisión de Gobierno. Los saqueos, el vandalismo y la violencia demuestran que aquí hay una intención política organizada para desestabilizar el gobierno y romper el orden democrático”.
Mientras la dirigencia indígena, de los trabajadores y otros sectores exigen la derogatoria de las medidas económicas, infiltrados están pidiendo la salida de Moreno y el adelanto de elecciones.
Esto, de ser el caso, bloquearía las reformas al Código de la Democracia que impedirían la participación de Correa en las próximas elecciones y los procesos judiciales que están en curso por casos de corrupción. Las evidencias encontradas en el Caso “Arroz Verde” o “Sobornos” son contundentes. No le salvan.
A diferencia de la farsa que fue el “30-S”, ahora si estamos ante un escenario real de desestabilización. El presidente Moreno debería ser más firme. No puede ser que los ciudadanos estén desprotegidos; las instituciones del Estado no tengan suficiente resguardo policial o militar; no haya un adecuado abastecimiento de alimentos; Que Quito esté sitiada por una minoría indígena y un grupúsculo de delincuentes (algunos extranjeros).
Me llama también la atención que no haya información, ni tampoco estén presos quiénes están detrás de los saqueos, vandalismo y violencia. Me pregunto: ¿quién paga la movilización indígena y sindical? ¿Quién está detrás de tomarse no solo Quito sino también Guayaquil? ¿Qué hacen, con quien hablan y con quiénes se han reunido Correa, Patiño, Rivadeneira, Hernández y Pavón? ¿Dónde están los servicios de inteligencia?
Es lamentable la pésima gestión que ha tenido de esta crisis el Gobierno. Así como el papel jugado por la dirigencia indígena y sindical que, en un afán de tonto protagonismo, se han prestado para viabilizar los intentos desestabilizadores del correismo. Sí, de quien fue su verdugo, de quien los dividió, de quien inició acciones legales a más de 600 dirigentes…
Sin dar marcha atrás en la eliminación de los subsidios a los combustibles, el presidente Moreno debería ejercer su autoridad, sentarse a dialogar y barajar medidas paliativas para los sectores más sensibles.