La sociedad espera con paciencia infinita el avance de la investigación y juzgamiento de los casos de corrupción detectados en el anterior gobierno.
Con un puñado de altos cargos tras las rejas, varios exministros prófugos e infinidad de expedientes abiertos, fiscales y jueces se enredan en la maraña de fojas y juicios sin fin.
Es verdad que los casos más notorios tienen que ver con Odebrecht y su trama corrupta que contaminó varios países. También quedó al descubierto un presunto modus operandi basado en exigir contribuciones para las campañas políticas. La justicia debe determinar si había, como se denunció, empresas que pagaban sobornos, sus montos y las obras que luego el Estado contrató con ellas con dineros públicos.
La mayoría de la gente, empero, no se satisface con etapas indagatorias y presunciones. Quiere sentencias, ver detenidos a los principales responsables y, sobre todo, que se recuperen las sumas millonarias producto de estos hechos corruptos.
Mientras la justicia y la Fiscalía trabajan con el acelerador a fondo, el secretario Anticorrupción Iván Granda exhibe otros casos que deben ser investigados con rigor y a fondo.
Uno de ellos es el del uso de los aviones presidenciales. Con millonarios costos, el expresidente Rafael Correa dispuso la compra con dineros públicos no de uno, sino de dos aviones para el servicio presidencial.
Tripulaciones y miles de kilómetros unas veces con destino de viaje oficial y muchas, con pasajeros anónimos e itinerarios oscuros.
El Secretario remarcó recién en la denuncia sobre medicamentos adulterados, con fechas caducadas, de venta prohibida. Todo un riesgo para la salud de la gente. Que la justicia actúe con rigor.
Como si esto fuera poco está en indagación una extraña goleada en un partido de fútbol (25 a 0) en la segunda categoría. Resultados sospechosos y hasta procedimientos extraños en las canchas. Hay que limpiar al fútbol de una vez por todas.
En cuanto al dinero público, este es sagrado y debiera manejarse con pulcritud en todos los casos.