Desde Irlanda e Inglaterra, largos días hablando de manera casera e informal sobre el proceso e impacto del Brexit, tema en boca de todos.
Recuerdo con claridad un viaje a Irlanda en los 80 y la recuerdo pobre, gris, de carreteras maltrechas, poca oferta hotelera, ensimismada. Después de su boom en los 90 el cambio ha sido extraordinario; una economía boyante –exportación de alimentos, ropa de lana y software- atravesada por su participación en la Unión Europea, ha hecho de este pequeño país de grandes literatos y políticos, una importante nación de acogida de un turismo de millones de estadounidenses de ascendencia irlandesa en busca de sus raíces. La movilidad y la oferta turística son impactantes; su relación pacífica y de fronteras abiertas con Irlanda del Norte (parte del imperio británico) y con quien tuviera violentos problemas políticos hace no mucho, ha ayudado sobremanera para que todo esto se dé.
La doméstica, agraria y católica República de Irlanda si ha cambiado de tono, se ha sofisticado, cuenta y valora sus monumentos y sus historias, tiene una vida cultural muy atractiva y un proceso de secularización tardía interesante. Dublín, Galway o Kilkenny son ciudades que reciben cientos de visitantes al año, así como sus costas llenas de castillos normandos o vikingos, cruces celtas, o devastadoras memorias materiales de la Hambruna de 1842-46 que desplazara a dos millones de personas y la muerte de millón y medio. La historia irlandesa culpa a los propios británicos de haber provocado este desastre humanitario y lo que vino después con las luchas de independencia en la que finalmente la isla en 1922 se vio libre de su cruel dominador.
A pesar de lo anterior, su mayor consumidor de productos es la propia Inglaterra; recordemos que el paso franco entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda (del Sur) ha incrementado el comercio y ha reunido familias de uno y otro lado. El Brexit los tiene extremadamente preocupados, incierta la situación entre ambos territorios en una isla compartida. Hay personas que opinan que volverán a resucitar las guerrillas tras el cierre de fronteras y que la economía se verá muy afectada.
En Inglaterra se habla poco sobre el impacto en Irlanda del Sur. Están preocupados por si mismos. Fueron tan estrechos los resultados del referéndum hace casi 3 años -52% dio el sí al Brexit- que hay quienes proponen uno nuevo a la luz de un escenario político diferente y seguramente un proceso de cierre de fábricas e instituciones internacionales que ha provocado un incremento del desempleo. Se discute sin tregua sobre el abuso de los organismos internacionales europeos de control, unas leyes que no han favorecido la economía del país. El Brexit tendrá sin duda un impacto brutal sobre la región, sobre todo Irlanda. Veremos cómo.
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