Es en la hermandad entre mujeres o en la denominada sororidad practicada desde hace ya varios años por un amplio grupo de viudas, madres solteras, violentadas, pobres, habitantes de zonas altamente vulnerables a nivel nacional y socialmente condenadas a la exclusión, donde nacen pequeñas unidades económicas populares, cooperativas solidarias de ahorro y crédito(las cuales otorgan montos basándose en pequeños fondos rotativos , en garantías solidarias y conocimiento personalizado de sus prestatarios) , asociaciones y organizaciones comunitarias donde se genera un nivel de desarrollo endógeno palpable con la capacidad de otorgar esperanza a familias enteras olvidadas por el sistema económico capitalista imperante.
En estas organizaciones productivas pertenecientes a la “otra economía” o Economía Popular y Solidaria priman valores como la solidaridad, reciprocidad, cooperación, democracia, transparencia, etc., que marcan la diferencia, generan empleo, combaten el subempleo, la pobreza y le dan al desarrollo nacional un sabor más humano, capaz de buscar el bien común en lugar de únicamente fría rentabilidad. Sin embargo el actual escenario político, económico, institucional y legal por el que atraviesa el país las está empujando hacia una lenta pero posible desaparición o quiebra.