Paola Paredes, de 30 años, tiene autismo. Fue la maestra de ceremonia del encuentro Rompiendo mitos, hablando claro, por el Día de la Concienciación sobre el Autismo. Foto: EL COMERCIO
¿Que no pueden entablar relaciones sociales? No, ellos tienen amigos y aman estar con ellos. ¿Que si su dificultad es el lenguaje, difícilmente aprenderán otro idioma? Pues no, sí pueden hablar inglés si es lo que se proponen. ¿Que, si cierto sonido les perturba, no pueden relacionarse con la música? No, ellos tocan instrumentos si así lo desean.
Las personas con autismo lo pueden todo. Pueden tener hijos, familia, ser profesionales, conducir. No están enfermos. Su condición no es un tipo de retraso mental ni se asocia con él en todos los casos.
Tienen una forma diferente de ver el mundo, de entenderlo y de relacionarse con su entorno. Su cerebro se ha desarrollado de otro modo. Así lo explicó Catalina López, investigadora de la Universidad Andina Simón Bolívar.
Y así quedó sentado lo que debe entenderse por autismo en el encuentro Rompiendo mitos, hablando claro, que se realizó hoy, martes 2 de abril del 2019, Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo.
“No me gusta hablar de mí de una forma directa, diciendo quién soy. Prefiero las preguntas para relacionarme. Creo que cuando preguntas puedes aprender”, dice David Cano, luego de sentarse frente a cientos de espectadores, en el auditorio de la Plataforma Gubernamental.
“Así que pregunten”, continúa. El joven tiene autismo y sonríe, con seguridad, ante padres de familia, docentes, estudiantes y otros asistentes a este encuentro.
Luego, Paola Paredes, también con autismo, comenta que “no le gustan las estructuras”, así que junto a David y a Danilo Briceño decidieron formar parte del panel de expertos que hablaron sobre el tema y subieron al escenario de imprevisto.
Con su presencia, el público se animó a compartir sus experiencias. Una madre les contó que su hijo tiene autismo y para ella es difícil decidir si sacar el carnet de discapacidad o no, porque “ya no hay billetera que abastezca la escuela, la terapia, etc.”.
“Yo tengo el carnet”, le respondió David. “Y a veces entro al cine a mitad de precio”, añadió, y soltó una risa espontánea. El joven comentó a la madre de familia que el carnet es necesario para reconocer su realidad y ser parte de la sociedad, sin que eso sea un limitante.
Otra madre le preguntó a Paola cómo manejó su situación en su entorno escolar. La mujer tiene una hija con autismo. Paola, de 30 años, le contó que para ella era difícil relacionarse con los compañeros de su misma aula. Pero sus mejores amigos estaban en otras. “Si yo estaba en primer curso, mis amigos estaban en sexto”, dijo.
Ahora, para ayudar a su hija a sobrellevar la misma situación, Paola contó que piensa qué habría hecho ella cuando tenía su edad. Le pequeña le ha dicho, por ejemplo, que sus compañeros no quieren jugar con ella. Paola piensa por un momento. Y en seguida: “lleva juguetes”, le dice. La intención es que las personas con autismo se sientan bien en el lugar donde se encuentren.
En el encuentro de hoy se presentó un vídeo. Las imágenes rompen mitos. Muestran todo lo que una persona con autismo puede hacer, aunque se crea lo contrario. Entre los testimonios aparecen los de Paola y David. Al final también se ve a Danilo Briceño: “hola, soy Danilo y soy quien editó este video”.
No solo los niños tienen autismo. Paola, David y Danilo lo aclararon. “Nosotros crecemos y dejamos de depender de nuestros papás. Trabajamos, tenemos amigos, hijos, salimos a divertirnos”.
López, la especialista de la UASB, se sitúa en la neurodiversidad para hablar del autismo. Considera que en esta condición es importante la identificación diagnóstica, ya que antes de ella pueden darse varios falsos positivos. Según López, el autismo puede diagnosticarse desde los seis meses de edad.
Cuando era un niño, a Alejandro le dijeron que tenía trastorno de hiperactividad, déficit de atención, ansiedad. Al diagnosticarle autismo, su familia pudo dejar de medicarlo, hace dos años. Ahora él es estudiante de séptimo semestre de ingeniería. Lleva dos años sin medicación. Investigó sobre su condición y aprendió a ser un adulto con autismo.
Franklin Montes es el presidente de la Federacion Ecuatoriana del Espectro Autista. Tiene una hija con autismo y cuenta que, en una ocasión, un médico les dijo que su niña tenía retraso mental, porque el autismo está relacionado con eso. Junto a su esposa, salieron destrozados de la consulta. Luego investigaron, y aprendieron que el autismo no es eso. Ni siquiera es una enfermedad, sino una condición diferente.
Desde la Federación este padre de familia plantea la necesidad de una inclusión de las personas con autismo en el entorno educativo y laboral. Verónica García, de la Fundación Hellen Keller, dijo que también se debe hablar de una inclusión familiar, ya que es en este espacio en el que muchas veces las personas con autismo no alcanzan estabilidad.