Habrían tenido que pasar 478 años desde la ocupación de Quitu–inca, por las huestes hispanas, para verificar que ahora hay más conciencia en la ciudadanía de que el 6 de diciembre de 1534, no fue la fundación de una ciudad española sobre tierra vacante. Sino un acto de conquista sobre una ciudad provincial de los incas, que a su vez habían conquistado el asiento de Quitu a finales del siglo XV, en donde ya se estaban constituyendo señales de civilización que detentaban los pueblos originarios de los Andes.
Cultivaban el maíz, tubérculos y “yuyos”, patatas, plantas y alimentos que Europa no había llegado a conocer siquiera, pero que eran aptas para la alimentación humana, y hasta irían a calmar la hambruna frecuente de países del Viejo Continente. Por tanto, la fecha de fundación española de Quito es una fecha que debería venerarse como del intercambio de civilizaciones y culturas, como el nacimiento de las culturas híbridas del país ecuatorial –una mezcla genética que vino a proporcionar un nuevo ser en la historia de la biología humana: el mestizo del temprano y tardío período colonial.
El punto cero del contacto entre América y Europa, especialmente en Quito, marca, sin embargo, el comienzo de un largo período de explotación humana, que ni siquiera terminó con la Independencia sino que el aprovechamiento continuó hasta después de formado el Estado Nacional en 1830, al que lo calificamos como “colonialismo interno” en la obra de quien esto escribe, Relaciones Interétnicas en Riobamba; era pues, el colonialismo de los nativos por los nativos, cuando por décadas las poblaciones rurales no podían despegarse el trabajo servil. Apenas fundado, Quito tenía ya obligaciones indígenas, además del tributo, la mita de leña, mita de hierba, mita de agua, mita de aseo de la ciudad y por supuesto de la construcción. La belleza de las iglesias coloniales, en mayor parte fueron ideas, arte y habilidad del mestizo y del indio quiteño, que se despegaron de la carga, y se pusieron a soñar con la técnica salida del corazón.
¿Dónde pudieron alojarse esa noche y las siguientes del 6 de diciembre de 1534, más de 400 soldados comandados por don Sebastián de Benalcázar? ¿De dónde podían obtener el agua y los urgentes alimentos? Se devela que había una ciudad formada tanto por poblaciones “quitus” como las de origen inca, que en un proceso de asimilación y transculturación pervivían como pueblos orginarios con sus gobernantes, sus dioses. Tuvieron necesariamente que utilizar los aposentos de los gobernantes incas, mucho de los cuales habían sido incendiados por los últimos defensores nativos.
En el Primer Libro de Cabildos, junio de 1535: se cuenta cómo fueron muertos algunos capitanes indios: Orominaby, Zozozopagui, Quingalumba, Raso-raso. También Píntag y otros. Hoy Quito se levanta, moderno, sobre las obras históricas de españoles, indios, mestizos y negros, que constituyen de la diversidad cultural de la nación ecuatoriana.