En la primera clase de economía en cualquier universidad del mundo, lo primero que se estudia es que esta ciencia existe porque los bienes y servicios son escasos en el planeta y que la manera de luchar contra esa escasez, es producir.
El Ecuador necesitó de un presidente con doctorado en economía para dedicar una década entera a olvidarse de algo tan obvio.Porque durante toda la década farreada, el Ecuador se olvidó de producir y se dedicó a vivir de las rentas petroleras. Y ahora hay que recuperar la memoria y dirigir el país hacia algo tan sencillo como “producir”.
Para que un país se enfoque en producir, es necesario que muchos inversionistas dediquen sus recursos a inversiones productivas y que, luego, esas inversiones creen muchos empleos. En este contexto, la palabra inversión debería entenderse como nuevos equipos, maquinaria, instalaciones, software y cualquier otra cosa nueva para producir.
Entonces, para que la gente esté dispuesta a invertir (ya sea en una enorme planta industrial para ensamblar aviones o en una simple vaca para el productor de leche), se necesita que el gobierno no cambie las reglas cada día, que no llene a los productores de trabas, prohibiciones y reglas burocráticas absurdas. Sí, suena sencillo, pero en la práctica es complicado porque implica romper dogmas de generaciones formadas en la “planificación centralizada”.
Y para que la gente se atreva a poner su platita en una “aventura productiva” es necesario que tenga algo de confianza en el futuro, es necesario sentir que el gobierno no va a quebrar en los próximos 12 meses y que la dolarización va a sobrevivir, al menos, 50 años más. Con eso, tendríamos mucha más inversión en el país.
Claro que lo mencionado requiere tener un gobierno debidamente financiado y un Banco Central con las reservas adecuadas. Y si lográramos tener un acuerdo con el Fondo Monetario, habría un elemento más para confiar en el buen manejo económico.
Con la confianza recuperada, el siguiente paso sería reformar el mercado laboral para que las empresas transmitan ese aumento de producción hacia la creación de empleo de calidad, porque cuando contratar y despedir empleados se complica demasiado, las empresas terminan comprando máquinas para remplazar empleados. Esa parte requiere de una reforma impopular, pero necesaria.
Y con eso, ya, así de sencillo, la economía podría redirigir su potencial hacia la producción y el gobierno podría preocuparse de las cosas realmente importantes como salud, educación y seguridad. Y la sociedad podría dedicarse en su conjunto a los temas centrales para el futuro como justicia o medio ambiente.
Pero, claro, todo arranca por romper con 10 años de pésimas clases de economía.