Debido a una política cautelosa y clientelar la transición económica va a demorar. Siendo realista preveo que el próximo año no se podrá hacer posible lo deseable y un escuálido crecimiento será similar al del presente año, pues no se logrará inversiones importantes aun cuando el frente económico esté en manos de los empresarios.
Con un precio promedio anual de USD 50/barril petróleo -que responde a un rango de equilibrio mundial- no puede haber un crecimiento económico y social, tampoco si no se venden o concesionan las empresas públicas para obtener los USD 1.000 millones que prevé la proforma presupuestaria y si los subsidios no se tocan, como por ejemplo el del diesel en favor de las empresas camaroneras que venden al exterior más de USD 2.000 millones anuales…. porque el déficit fiscal aumentará y si no se sube el IVA como piensa la gente del FMI, seguiremos contratando créditos de corto plazo con China, manteniendo la elevada garantía petrolera comprometida en el gobierno de Correa.
Entonces la generación de empleos adecuados será mínima tanto en el 10% que da el sector público como en el 90% que depende de la actividad económica particular y privada, la que hasta ahora solo ha podido dar empleo adecuado al 30% de la población económicamente activa, mientras el resto, el 60% de los trabajadores seguirá inventando estrategias de sobrevivencia o hundiéndose en la pobreza o cediendo a tentaciones ilícitas. Este es el tamaño de nuestra injusticia social.
Para combatir la pobreza son necesarias inversiones de gran magnitud, de alto impacto en el desarrollo, para lo que el frente económico debe dejar de ser iluso, hablar menos y hacer más, convenciendo a los inversores para aumentar el volumen de la producción, mejorar la productividad y ser competitivos; pero esto llegará después del 2021. La baja productividad no ha permitido aprovechar en forma consistente la apertura del mercado europeo, pues si bien en 2017 crecieron las exportaciones al 12% cuando se acabó el represamiento de este mercado, en 2018 solo aumentaron al 2% y en el próximo año será igual porque no se ve ningún nuevo rubro promisorio. Esto evidencia lo difícil que es para el Ecuador lograr competitividad en productos significativos- aparte de los consabidos bienes exportados –por lo que todavía no estamos preparados para acuerdos comerciales asimétricos, que más bien propiciarán una invasión de productos importados que estremecerá a la dolarización.
En 2019 solo habrá inversiones vegetativas para subsistir, pero no compromisos auténticos de producción en proyectos efectivos de creación de empleo remunerativo. Se seguirán vendiendo empresas ecuatorianas en marcha a inversionistas extranjeros que vienen a aprovechar una gran ventaja del Ecuador que es la estabilidad cambiaria que da la dolarización, propiciando la expatriación de los capitales nacionales en cantidades considerables.