En la edición del diario EL COMERCIO del 13 de noviembre/18, se puede ver una paradoja propia de nuestro querido pero ingobernable país. En una esquina, la noticia de que el precio del barril de crudo disminuyó, lo cual pone nos pone los pelos de punta puesto que el Ecuador calculó la Pro forma a un valor sumamente cercano al actual. A un lado de este artículo aparece otro que dice que Petroecuador realizará un concurso para comprar diésel, considerando que este carburante es altamente subsidiado. Pasando la página otro anuncio de primer plano: Los transportistas protestan por control de velocidad. La redacción señala que el bloqueo con camiones y quema de neumáticos tuvo una duración de seis horas. Una de las cosas que más le preocupa, es la instalación de los radares, dice un transportista.
Lamentablemente padecemos la misma enfermedad que muchos otros países, se llama subdesarrollo. Esto nos impide como sociedad independizarnos de un bien de cotización volátil como el crudo. Muy por el contrario hemos descuidado nuestras tradicionales áreas de generación de riqueza a cambio de esta voluptuosa novia ingrata y voluble llamada petróleo. Sin embargo, como niños malcriados, seguimos pidiendo que papá nos compre chupetes, cuando ya no tiene para comprar comida; pero lo peor es que este padre de familia, sucumbe a los berrinches, y nos da lo que pedimos a pesar de que nos hace daño. En esta metáfora el chupete son los combustibles, que tienen uno de los precios más baratos del mundo.
Como no nos duele al bolsillo, no nos preocupamos. Acelerar al máximo, darle a todo lo que da el carro, frenar de golpe es la fórmula exacta para gastar el carrito, pero sobre todo enormes cantidades de combustible, que el Ecuador lo compra con el dinero de nuestro ya escuálido petróleo, sacrificando a la salud y a la educación.