Resulta insólito que quienes criminalizaron la protesta en la década del nefasto correismo, persiguieron y agredieron a quienes se atrevieron a criticar a ese régimen, hoy se sientan “perseguidos” de la misma justicia que ellos construyeron e incluso el prófugo de Bélgica se jactó de meterle sus manos sin ninguna vergüenza. Llegaron a presionar para que no haya sentencias contra el Estado pero sí condenas en casos cuestionados como el 30 S.
Hoy, sin argumentos ni pruebas de descargo en los procesos judiciales, solo atinan a conspirar, buscar el caos y la desestabilización con campaña sucia en redes sociales (con métodos que utilizaron desde la Senain) y en el ámbito internacional, incluso usando el nombre de instituciones respetables (FF.AA.), que hoy atraviesan una crisis de valores y de falta de liderazgo. ¿Cuánto dinero tendrán para hacer esas campañas?
Es evidente que para sus fines protervos cuentan con ayuda, por acción u omisión, desde el sector oficial, que van en dirección contraria a las buenas intenciones del Presidente de combatir la corrupción. Cómo entender que en el seguro social, médicos al más alto nivel recomienden el traslado del reo ex vicepresidente desde la Cárcel de Latacunga al HCAM de Quito, cuando podía ser atendido en el hospital de esa ciudad si su situación no era tan grave y necesitaba rehidratación, como se estableciera luego y por ello a las pocas horas fue retornado a ese centro. ¿Cuántos presionaron para que retorne a la cárcel 4?
Se ha mencionado que el condenado por la justicia ha sido atendido decenas de veces en poco tiempo por médicos del HCAM cuando pacientes comunes y corrientes tienen que esperar largos meses para que les den una cita. Qué corona tiene o es que el hospital de Latacunga no sirve ni para rehidratar a un paciente. Tanto cuestionan que al hospital de Quito no deben ir usuarios con problemas menores para contradecirse con sus acciones y atenderle como si seguiría en el poder. Debían diagnosticar que por estar tan mal le trasladaron a la capital y si pasaba algo hubiese sido por su buen estado de salud.
Acaso el déspota de Bélgica no se vanaglorió de sus “grandiosas” obras como la cárcel de Latacunga. Resulta que hoy no les gusta, seguramente porque la conciencia no les deja dormir en paz por tanto daño que causaran. Nunca se imaginaron que la cárcel que construyeron serviría para recibirles a ellos.
La alerta que hay que ponerle al país es que estos señores, que no tienen calidad moral, quieren sembrar el caos y la desestabilización con el poder que conservan y con la anuencia de algunos desde adentro. Debieran abrir los ojos e identificar y limpiar los rezagos del correismo, como sucede en la Cartera de Salud, que mantienen el discurso autoritario y prepotente cuando abordan demandas de médicos.