Escribió el profesor español Ignacio Sánchez en el diario “ABC” de Madrid que el humor “es hijo del ingenio, atributo de la inteligencia, padre de la ironía y enemigo mortal de la chabacanería y de la maldad”. Y agregó: “hacer reír, en estos tiempos serios, es decir, poco inteligentes, es una de las obras de misericordia”.
El ecuatoriano Gerardo Ruiz, en su libro “Política en Caricaturas” (2005), afirmó que los caricaturistas realizan cada día la “obra de misericordia” de enseñarnos —con pocos rasgos y sátira fina— “el lado flaco de la noticia o el lado gordo del personaje político”.
Los lejanos orígenes de la caricatura parecen estar en la baja Edad Media, en que las historietas burlescas se dirigían contra ciertos episodios religiosos, como las “Cantigas de Santa María”, con sus 427 composiciones gráficas elaboradas entre los años 1260 y 1270.
Sin embargo, hay quienes sostienen que este género humorístico nació en Inglaterra con Francis Barlow a finales del siglo XVII, muy influido por la escuela de grabado holandesa, mientras que otros afirman que fue el pintor inglés William Hogarth (1697-1764) el padre de la caricatura política con su feroz crítica gráfica a las costumbres morales de su época.
Cuando este gran artista murió el clero católico de Inglaterra, que no había perdonado sus penetrantes sátiras, se negó a darle sepultura en Westminster.
En el curso de los violentos acontecimientos de la Revolución de Francia, los caricaturistas franceses de los dos bandos contendientes se batieron en una feroz guerra iconográfica, en la que desplegaron toda su imaginación a través del lápiz y el buril en defensa de sus causas ideológicas.
En Ecuador, Agustín Guerrero —el notable pintor de mediados del siglo XIX— fue uno de los precursores de la caricatura política con sus dibujos satíricos, de estilo goyesco, contra las costumbres políticas de su tiempo, algunos de los cuales —”Libertad de Imprenta” y “Para estas armas no hay defensa”— fueron recogidos en el libro “Art of Latin America since Independence” publicado por la Universidad de Yale a comienzos de 1966.
A partir de la edición en Francia de la revista “Le Caricature”, que con sus ataques satíricos contra el monarca francés Luis Felipe inauguró en Francia en noviembre de 1830 la caricatura política —llamada a tener una gran influencia en la vida pública de los Estados—, advinieron en Europa nuevas revistas satíricas: las francesas “Le Charivari” y “Le Journal Pour Rire”, la inglesa “Punch Magazine” y la alemana “Fliegende Blatter”. Después aparecieron la revista japonesa “Japan Punch” y los magacines norteamericanos “Puck”, “Life” y “Judge”, que expandieron por el mundo la caricatura política en la segunda mitad del siglo XIX.