Un Alcalde médico y las críticas a su gestión
Quito ha tenido la suerte, a través de su historia, de tener alcaldes de todas las profesiones y de diferentes tintes políticos, pero siempre se han destacado los médicos.
Señalo a los más recordados y queridos, los doctores Carlos Andrade Marín y Jorge Vallarino Donoso. Ellos hicieron honor a su cargo y dejaron obras de gran alcance, pese a no tener un presupuesto adecuado, tuvieron la visión de vincularse estrechamente con la ciudadanía y con los barrios quiteños para realizar obras importantes.
Lo lograron con la ayuda de mingas. Claro, que Quito no tenía los 2,5 millones de habitantes de ahora, pero con amor y pundonor no dejaban que los quiteños se quejaran por el descuido de la ciudad.
Hoy tenemos también de Alcalde a un joven médico, quizá mas revolucionario que los anteriores y que dispone de ingentes recursos económicos que se recaudan por concepto de los impuestos que pagamos. Ha sido criticado por sus escasas ejecutorias que dicen, se basan más en eslogans que en hechos concretos. El tránsito sigue cada vez más caótico, pese al pico y placa; se hacen trabajos de bacheo y arreglos de vías al mismo tiempo, lo cual agrava la fluidez vehicular.
A esto se suma la contaminación ambiental, la suciedad en el Centro Histórico y la inseguridad ciudadana. La ciudad se ha vuelto difícil para el trabajo y el diario vivir. Eduardo Rodríguez Vaca
La basura y la falta de autoridad
Con mucha pena veo que la ciudad es cada vez más sucia. Las fundas, con desechos, amontonadas junto a los postes se ven a cada cuadra. También en las esquinas donde se exhiben rótulos con la leyenda ‘Prohibido botar basura en este lugar’ se acumulan los desperdicios. Cuando circulo por las avenidas, no es raro encontrar a pasajeros de otros carros, quienes botan los papeles por la ventana.
También me enteré que hay una ordenanza que faculta la multa para quienes ensucian la ciudad, pero no hay quien exija su aplicación. Ese puede ser un buen ejemplo de que, en muchos casos, sí hay los instrumentos legales para exigir respeto a la ciudad.
Al parecer, lo que no hay es una autoridad que haga respetar al Patrimonio Cultural de la Humanidad. Jhonn Mier