A nivel mundial la izquierda ha recibido unos formidables varapalos. Entiéndase formidables como enormes pero también como maravillosos, por merecidos (y lo señalo precisamente considerando que me he considerado de izquierda). Y, lejísimos de enmendar sus errores, lejos de renegar de ellos, parecen celebrarlos. Como si les fascinara. Masoquistas, seleccionan los comportamientos que más molestia causen. “Facepalm”, el gesto de cubrirse la cara con la palma de la mano como una expresión de incredulidad, vergüenza o exasperación; la ideología de izquierda parece haber mutado para consistir en la búsqueda incesante del facepalm.
Así, a medida que crece el escepticismo de que el Estado pueda constituirse en un garante de un mínimo de bienestar y asegurar vida digna (educación y salud) para todos, las respuestas desde la tendencia han sido épicas. Hay un complot neoliberal para acabar con el liderazgo de Maduro – según muchas de nuestras iluminadas locales – , o como señaló Íñigo Errejón, “en Venezuela hay colas porque hay más dinero para consumir más”.
Parecería que la estrategia internacionalmente concertada es un juego de “Cadáver Exquisito”, tan típicamente izquierdista. Inventado por los surrealistas franceses (socialistas, comunistas, en suma antifascistas), se construyen frases al azar para divertirse con las coincidencias generadas.
Lo lamento profundamente, no solo porque propugnan ideales válidos y que los hice míos, sino porque con el desmantelamiento de la izquierda los reclamos sociales terminan tentados por embustes populistas, como es el caso de Trump. Pero no hay misterios, son los resultados normales de comportamientos como los que vemos en España.
El PSOE – partido de centro izquierda – acaba de volver al poder, pero con dos enormes fragilidades. Primero, no llegó a través de elecciones sino al ser los líderes parlamentarios cuando el derechista gobierno de Rajoy fue removido por una asombrosa corrupción. Segundo, el partido todavía está marcado por una memoria traumática. En el 2009 gobernaba Rodríguez Zapatero, y cuando estalló la crisis, la manejó con la maestría y finesa de un búfalo. Mientras el país necesitaba enfocarse en medidas económicas, Zapatero decidió iniciar una enorme batalla política al desmembrar el Archivo Histórico de la Guerra Civil, y enviar sus partes a las provincias correspondientes. La izquierda así se redujo a ser solo un revanchismo histórico innecesario.
Pues bien, el nuevo pesoísta, Sanchez, ¿qué hizo al llegar al poder? Levantar una baraúnda monumental al proponer sacar los restos del dictador Franco del Valle de los Caídos. Esas son sus medidas de gobierno. Es la izquierda. No tengo dudas, están construyendo unos cadáveres exquisitos.