Cuba es lo más cercano al paraíso socialista. Por eso el venezolano que sabemos se emociona tanto al ver a Fidel.
En el rubro que quieran, Cuba nos da de largo. Por ejemplo, en el tránsito vehicular. Aquí la gente maneja alocadamente. Tanto que han tenido que dictar leyes más severas contra los transgresores de tránsito, es decir, contra los intransitables. Para explicar el alcance de las nuevas normas, en una radio el público hace preguntas y dos oficiales superiores las contestan: el mayor Zapata responde con el mayor Agrado.
En Cuba, no hay problemas de tránsito. Nadie excede el límite de velocidad, porque esos carros viejos que tienen (estadounidenses de 1960 y soviéticos de 1980) no llegan a los 50 km/h. Además, en Cuba no cualquier verdugo maneja, a menos que tenga un carné del Partido. ¡Eso es partidocracia!
Otro ejemplo. En vez de hablar de gustos gastronómicos (que se quedan en puros gases) como hacen aquí ciertos líderes, cada alocución de Fidel era milagrosa: curaba el insomnio. Desde que el comandante está haciendo maletas para regresar a la Sierra Madre, ya no es orador, pero sí escritor. Y hace reír a quienes lo leen, gracias a su fino humor. Por ejemplo, acaba de decir que Eisenhower no era tan malo y remata asegurando que el mencionado general nunca fue un militar brillante. ¡Qué buen chiste del comandante! Si el estratega del Día D no fue brillante, ¿quién lo fue?.