Desde décadas atrás, la falta de planificación ha generado muchos problemas en cuanto a la propiedad de hecho y de derecho, porque los equipos que salieron a realizar los avalúos catastrales en las áreas rurales o barrios alejados de la urbe, no socializaron directamente a la comunidad que iban a hacer una inspección del suelo, tampoco presentaron un cronograma de visitas por sectores para que los propietarios estén presentes en el momento de la inspección y puedan informar sobre la adquisición y linderos del bien. Recuerdo que hace más de 19 años habían ido los señores de catastros a los valles de Nayón y Cumbayá, los vecinos que en ese entonces estuvieron, contaron que por suerte ellos estaban labrando la tierra y pudieron informar de sus lotes y de los colindantes. Ahí surge el problema porque hay personas que dan falsa información, una porque desconocen, otra por maldad. Obviamente que dieron datos que creían saber, esto ha generado inclusive peleas entre propietarios, hay casos que están los nombres equivocados de lotes y la superficie no es la real, también se ha detectado que sale el catastro de un lote que en realidad son dos lotes con diferentes dueños, sin embargo el predio sale a nombre de uno solo y lo que es peor no se han realizado las rectificaciones del caso, por la viveza criolla del que se siente beneficiado se queda callado. Se han dado las ventas de terrenos que no tienen escrituras por medio de un documento de compra venta, el paso legal es la posesión adquisitiva del bien y por esperar el tiempo no tramitaron. Por todo esto el Municipio debería facilitar la legalización y brindar el servicio de profesionales que trabajen en la implantación de los lotes y cobre por este servicio al propietario para que no haya errores en las coordenadas ni desplazamientos, sobre todo evitar que gente inescrupulosa se adueñe de lo que no es suyo, como ya ha pasado.