Según reportes de prensa, a inicios de semana el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero ha participado en esta ciudad, en calidad de expositor, en un evento sobre Derecho Internacional Humanitario. Ha sido un periplo agitado el del ex mandatario ibérico desde que brinda su contingente, nada imparcial e improductivo, para encontrar una salida al drama venezolano atenazado por una dictadura brutal e inoperante. Esta actividad se ha incrementado en las últimas semanas en las que fue designado observador de los fraudulentos comicios realizados en tierras llaneras, que fueron calificados en sus propias palabras como normales. Para él no había nada fuera de lo común en unas elecciones en que la mayoría de candidatos de oposición no pudieron ni siquiera inscribirse para disputar en las urnas, porque estaban prescritos de hacerlo por el régimen. Previamente la dictadura castro-chavista se había encargado de dejarlos fuera de competencia a través de triquiñuelas de los organismos bajo su mando, que no obedecen sino a los dictados que les impone el férreo núcleo que tiene maniatado al país llanero garantizando, además, la ayuda económica que envían a la isla del experimento totalitario que lleva seis décadas. Tampoco le pareció extraño que en esos seudo comicios más de la mitad de los electores inscritos no acudieran a dar su voto, que muchos de los que se presentaron a las mesas electorales fueron movilizados y compelidos por el régimen que no tuvo ningún reparo en hacer proselitismo el día mismo del evento electoral.
Apenas terminada esa farsa agarró un vuelo que le llevó a la mismísima Basílica de San Pedro. Seguramente ante el Pontífice repitió todo aquello que sólo él observó; y, debe haber sido muy solícito para que también en sus pronunciamientos el Vaticano no condene a semejante farsa, que denigra a los más elementales principios democráticos. Perdón el error. No fue el único que apuntó que en la tierra de Bolívar y Sucre se llevaban a cabo unos comicios impecables. También lo vieron con sus propios ojos un ex futbolista famoso que, por su cercanía a esa clase de causas y por su afición a ciertas substancias quizá le hacen percibir de otra manera la realidad; y, por supuesto, el líder de la revolución ciudadana local que tanto le debe al chavismo, quién por un momento cambió el ático en suelo europeo por tierras tropicales, por lo que es entendible que el jet lag le habrá hecho alucinar.
De allí Zapatero salta al Ecuador. Interesante coincidencia cuando las autoridades a cargo de la política internacional, a diferencia de la mayoría de países de la región, se abstuvieron de condenar categóricamente al fraude electoral protagonizado por Maduro y sus acólitos. ¿Qué realmente se trató en Ecuador? ¿Se intenta involucrar a nuestro país en una cruzada para salvar a la dictadura venezolana? ¿Hay algún acuerdo en ciernes para conseguir alfiles adherentes al proyecto castro-chavista que defiendan a esas dictaduras en todo foro, incluida la Asamblea de las Naciones Unidas? Sólo el tiempo lo revelará.
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