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Dolor… Dolor… por los tres trabajadores de EL COMERCIO, por sus familias. También indignación por el chantaje. Frustración por la impotencia frente a tanta irracionalidad y violencia junta. Bronca por la ineptitud de algunos ministros y por el acumulado de tanta irresponsabilidad del correato.
Pero cuidado con perder la cabeza. Si la confusión, el miedo, la lucha intestina, se interiorizan en la sociedad habrán ganado los grupos delincuenciales. Eso precisamente están buscando a través de los bombazos, el terror, el secuestro y el asesinato. Es parte de una guerra material y psicológica muy bien concebida para poner a un país de rodillas.
En los peores momentos hay que mantener la serenidad. Estamos frente a un problema viejo y cada vez más complejo. Problema delincuencial, económico, político y psico-social. Problema nacional, regional y global, cuya sede mayor estuvo y está en Colombia, pero que hoy se manifiesta, en formas más violentas y descaradas en nuestro país.
Ciertamente no hemos tenido guerrillas de tanta fuerza y duración como las FARC ni grupos paramilitares ni producción masiva de la droga. Pero todos intuíamos que éramos bodega, ruta y plataforma del narco negocio. También mercado de lavado. Pues hoy la purulencia se ha destapado a límites que nunca tuvimos antes. Pero la purulencia no se hace de la noche a la mañana. Es la concentración de una enfermedad que ha penetrado la base social y se recrea en las alturas del poder.
Estamos a tiempo para no permitir que Ecuador se convierta en otro México, en una suerte de narco estado. Aunque, rasgos de infiltración de mecanismos del crimen organizado se expresan con más frecuencia en la política y en otras instancias del poder.
La solución no es militar. Es una de las respuestas. La verdadera solución está en desarrollo integral. En educación de calidad, salud, empleo digno, democracia, ejercicio de los Derechos Humanos de los pobladores.
La lucha contra el mundo de la droga y la corrupción es una lucha por la ética, por instituciones estatales democráticas eficientes, y por una sociedad de ciudadanos conscientes de sus deberes y derechos. Muchos de estos desafíos pasan por una mejor educación.
Por esto, de manera oportuna con la coyuntura, en coincidencia con los graves acontecimientos de inseguridad del país, tanto el gobierno a través del Ministerio de Educación, y la sociedad civil a través del Contrato Social y la Mesa de Convergencia, cada cual desde su andarivel, llaman a debatir y construir un nuevo acuerdo nacional por la educación.
La alternativa urgente en esta coyuntura es la unidad nacional, y al mismo tiempo la exigencia al gobierno colombiano de enfrentar su responsabilidad. Hace falta comprender la complejidad del problema y dar las soluciones adecuadas.