Hablar del género de la oratoria significa entrar en un mundo real o utópico donde emana una exquisita fragancia que transporta la excelsitud de la palabra porque a través de ella sacude las fibras más íntimas de la conciencia humana y logra ni lo que las armas, ni lo que el poder ansiaría.
La palabra es un instrumento infalible para la paz o la guerra, sobre todo para la enseñanza, porque pertenece al género didáctico.
Los grandes genios de la oratoria: Pericles (defensor de las artes y la literatura), Demóstenes ( El orador más grande de la historia), Sócrates (honesto hasta la muerte), Tomás de Aquino (Orador imperial), Abraham Lincoln (fin de la esclavitud), Winston Churchill (elevó la moral), Mahatma Gandhi (recalcó la no violencia), John F. Kenedy (Defensor de la libertad), Nelson Mandela (promotor de la reconciliación social), Martín Luther King (promulgó la igualdad social), Adolfo Hitler (maestro de la persuasión), Che Guevara (el contacto con las masas), Ronald Reagan (el orgullo nacional americano), Barack Obama (Cambio promesa y convicción). Del Ecuador: José Mejía Lequerica (orador americano), Camilo Ponce Enríquez (sin demagogia ni sectarismo), José María Velasco Ibarra (Orador talentoso y polémico), Osvaldo Hurtado Larrea (académico), Jaime Roldós Aguilera (retórico con conciencia heroica) etc. Estos personajes dominaban y ejecutaban con altura la oratoria y los que llegaron a ser presidentes algunos de ellos, si es que no son la mayoría, cayeron en la demagogia porque no cumplieron las promesas que hicieron al pueblo.
Yendo al punto de esta carta, por más de 12 años he venido observando muy de cerca los concursos intercolegiales de oratoria, lamentablemente se ha visto ciertas falencias porque no se da la debida importancia que ésta merece, actualmente, pocos son los colegios que han sabido o saben organizar de tal manera que los participantes se sientan satisfechos con los resultados. Desde las aulas es donde se debe enseñar a los estudiantes, la justicia, sobre todo la honestidad.