Con la llegada del nuevo año, las definiciones políticas y económicas que debe tomar el presidente Lenín Moreno son imperativas.
A partir de hoy, se conocerá la terna que debe enviar a la Asamblea para nombrar al sucesor del vicepresidente Jorge Glas, sentenciado por asociación ilícita en el caso Odebrecht.
Así se cerraría el principal capítulo que ha marcado la primera etapa del actual Gobierno. Si bien Glas y las denuncias de corrupción de la anterior administración se convirtieron en un lastre, también fueron un gran catalizador para afianzar una agenda inédita, totalmente sorpresiva para propios y extraños. El régimen aprovechó esa aparente debilidad y la convirtió en su caballo de batalla.
Se ha hablado mucho del perfil del Vicepresidente y su designación es una señal importante para que Moreno pueda entrar de lleno en la campaña de la consulta popular, que en febrero tocará aspectos tan relevantes como la reelección indefinida y la integración del Consejo de Participación.
El expresidente Rafael Correa es un jaguar herido. Ya ha dado señales de que no piensa renunciar fácilmente a enfrentar con sus huestes la propuesta del Ejecutivo. Aunque su última visita al país fue fallida, es un político que no da nada por perdido y tiene una gran capacidad de trabajo. Está por verse si sus principales seguidores se encargarán de encabezar la campaña contra el no, o será él quien asuma un rol más protagónico.
En el campo económico, es vital conocer si se mantendrá el modelo centralista estatal, con un gasto desmesurado del Gobierno y una participación aleatoria del sector privado. Delegar a los bancos el manejo del dinero electrónico fue una señal poderosa de un ligero cambio de timón.
No obstante, el Gobierno aún no ha mostrado un programa económico que aclare cómo impulsará a la producción y dará una solución de fondo al pago de la deuda pública que bordea los USD 70 000 millones.