¿Cómo puede ser que nuestra gente ecuatoriana, con excepciones, ya no “tenga cara”, como dicen en Oriente; y que, por la desmedida ambición de tener dinero, nos haya engañado vilmente?
¿Qué pasó, es que no existen modelos en quienes basarse? ¿Se fueron al diablo todos los principios de honradez, de respeto, de consideración, de alguna religiosidad?
Solamente robemos, sólo mintamos… la cuestión es tener plata en abundancia, no importa de dónde provenga.
¿Quiénes hemos fallado al no tener severidad con nuestra descendencia, desde la infancia? La verdad es que no hemos sido consistentes con nuestras reglas.
En el Ecuador dura poco el “no”, en seguida cambia al “si”, sin firmeza, sólo por comodidad, para resolver la situación amigable e hipócritamente.