La Federación Internacional de Atletismo (IAAF) mostró por escrito su preocupación ante el presidente de la Federación Rusa, ya en el 2009. Foto: EFE
¿Cómo la máquina antidopaje del atletismo se estropeó para permitir que Rusia tuviera alfombra roja? Entre Mónaco, Moscú y Dakar, la justicia francesa investiga desde hace dos años los detalles del caso, que apunta a una trama de corrupción.
El escándalo, revelado por la televisión alemana ARD a finales de 2014 y luego confirmado por las investigaciones de la Agencia Mundial Antidopaje y la fiscalía nacional financiera en París en octubre de 2015, provocó el veto a Rusia para grandes competiciones internacionales. Pero hasta ahí se habían producido señales de alarma sin respuesta, entre la impotencia y la pasividad, según las declaraciones y los documentos incautados por los investigadores, sobre los que la AFP tuvo conocimiento.
La partida comienza antes de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. En aquella época, la Rusia de Vladimir Putin apuesta por el deporte para fortalecer su presencia en la escena internacional. Pero en el arsenal antidopaje, una nueva arma, el pasaporte biológico, que permite estudiar un perfil sanguíneo y su evolución en el tiempo, llegó a la madurez.
En julio de 2009, la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) mostró por escrito su preocupación ante el presidente de la Federación Rusa de la disciplina, Valentin Balakhnichev. Algunos atletas aluden a su estatus de militares, haciendo difícil su localización para controles, mientras que algunos análisis de sangre de varios marchadores son sospechosos, dice la IAAF en ese correo.
Mensaje de Putin
“En 2011 (…) comenzamos a disponer de perfil de algunos atletas rusos a los que se iba a poder perseguir ” , contó el exjefe del servicio antidopaje de la IAAF, Gabriel Dollé, al juez Renaud Van Ruymbeke.
En noviembre de 2011 sale una lista de 23 nombres. Pero nada transcurre con normalidad.
Asesor jurídico del entonces presidente de la IAAF, Lamine Diack, pero también encargado de las cuestiones de dopaje por precisamente la Federación Rusa de Atletismo, el abogado Habib Cissé recibe la lista y vuela a Moscú. El objetivo del viaje es múltiple: acompaña a Lamine Diack, que debe ser condecorado por el poder ruso, pero también hablar de la renovación de un importante contrato de patrocinio con la banca estatal rusa VTB, de los derechos de televisión del Mundial de atletismo de Moscú-2013 y de la cuestión del pasaporte biológico.
“Había que gestionar diplomáticamente este asunto”, justificó Habib Cissé.
Lamine Diack fue más explícito. “ Con Valentin Balakhnichev cerramos un compromiso (…) para retrasar la suspensión de los atletas rusos para obtener el contrato VTB ” , relató al juez.
Enfrentado a un correo electrónico de su hijo, Papa Massata Diack, asesor de marketing de la IAAF, el senegalés también reveló haber solicitado y obtenido, en 2009 y 2011, financiación rusa para ayudar a la oposición de su país contra el presidente entonces en el cargo, Abdoulaye Wade.
‘Urgencia médica’
A finales de 2011, entre los atletas sospechosos figuran medallistas de los Juegos de Londres 2012, como Sergey Kirdyapkin (50 km marcha) y Olga Kaniskina (20 km marcha), a los que se retiraron después los títulos por dopaje. O la maratoniana Lilya Shobukhova. En su caso, uno de los expertos encargados por la IAAF del caso subraya el 7 de diciembre de 2011 que los análisis de hemoglobina de sus controles en los maratones de Chicago de 2009 y 2011 “ son tan extremos que este caso debe ser considerado como una urgencia médica ” . El informe subraya un “ uso masivo ” de EPO.
La primera huella de un correo de la IAAF a Balakhnichev sobre su caso se remonta al 12 de junio de 2012. El procedimiento va a seguir meses sin respuesta, permitiendo a Shobukhova correr en los Juegos de Londres y luego disputar otras competiciones.
En Mónaco, sede de la IAAF, la lentitud de los procesos no pasa desapercibida. En un correo del 4 de octubre de 2012, incautado por los investigadores, Thomas Capdevielle -uno de los adjuntos de Dollé- pide “ no repetir el error de Kaniskina en los Juegos Olímpicos y parar a Shobukhova inmediatamente ” , cuando se perfilaba su presencia en un nuevo maratón de Chicago. “Dollé me dijo que llamaba a Balakhnichev, pero Shobukhova corrió”, confió Capdevielles a los policías cuando le interrogaron a principios de 2017.
Protegidos
La justicia sospecha que hay un sistema amplio. Uno de los documentos incautados al gabinete de Habib Cissé indica en inglés que “ deben ser protegidos seis atletas (Kaniskina, Borchin, Kanaikin, Kirdyapkin, Shobukhova, Zaripova). Para algunos figuran cantidades: “Kirdyapkin (700.000 euros)” o “Zaripova (600.000 euros)”.
“No se habló de pagos por los atletas rusos, en ningún momento”, juró Lamine Diack ante el juez.
La justicia, que no ha terminado sus investigaciones, tiene motivos para ser escéptica. Tiene la prueba de que Lilya Shobukhova tuvo que pagar a principios de 2012. Y cuando por fin fue suspendida, en 2014, consiguió que le fueran devueltos 300000 euros. El dinero le fue ingresado desde la cuenta de una empresa llamada Black Tidings, que condujo a los investigadores hasta Papa Massata Diack.