La mayor parte de denunciantes, como en otras áreas, es mujer. Fotos: The Guardian, Artsy y Artnet
La imagen que mejor puede retratar lo que está pasando quizá sea la del hidrante roto, del cual no deja de salir agua a borbotones. Así, como a máxima presión y sin detenerse, están saliendo a la luz las denuncias en contra de acosadores, abusadores y violadores en varios ámbitos. El mundo del arte no es la excepción.
Con la renuncia de Knight Landesman, la semana pasada, de la afamada revista Artforum, a causa del acoso sexual que el director había venido practicando por años, se destapó la caja de Pandora y, al parecer, ya no hay manera de volver a cerrarla.
Bajo el ‘hashtag’ #notsurprised (no estoy sorprendido/a) se publicó un carta abierta, suscrita por al menos 2 000 profesionales del mundo del arte, de varias partes del mundo, en la cual anuncian que no tolerarán más ningún tipo de acoso o abuso en sus lugares de trabajo.
‘El abuso de poder no sorprende’ es el lema de la denuncia.
La carta, titulada ‘No vamos a callar más sobre el acoso sexual en el mundo del arte’, ha sido firmada por galeristas, artistas, escritores, editores, curadores, directores, asistentes, pasantes y personal administrativo, que se autodenominan: trabajadores del mundo del arte. No todos los firmantes han sufrido directamente acoso o abuso, sin embargo todos, sin excepción, conocen de casos de manoseos, acoso, amenazas, trato condescendiente e intimidaciones de varios tipos con contenido sexual, ejercidos por parte de personas con poder, es decir, de quienes controlan el acceso “a los recursos y las oportunidades”.
Una obra de Barbara Kruger, artista firmante.
Entre varios puntos que explicita la carta se cuenta la práctica común del ofrecimiento de exhibiciones o espacios de visibilización por parte de curadores, a cambio de favores sexuales. En medio de un escenario complejo, en el que estas actitudes han sido normalizadas, varios galeristas son acusados de, por ejemplo, alcahuetear o pasar por alto comportamientos inaceptables de parte de los artistas que representan, y de no dar importancia a las denuncias que se han hecho al respecto.
Como en el resto de casos, no son solo personas las señaladas sino instituciones, que protegen, con silencio e inacción, este tipo de situaciones que mantienen a miles de personas -la gran mayoría, mujeres- trabajando en condiciones indignas. La denuncia también señala que muchas de esas instituciones o personas abusivas se revisten de la retórica “del feminismo y la igualdad, en teoría” únicamente. Y, por lo tanto, se benefician de fondos destinados para apoyar estas causas, cuando en realidad practican todo lo contrario.
Entre las varias personalidades del arte que han firmado la carta (y las adhesiones continúan) están las artistas Cindy Sherman, Laurie Anderson, Coco Fusco, Jenny Holzer, Tania Bruguera, Cristina Garrido; curadoras como Connie Buttler o Matylda Krzykowski, o la cineasta Laura Poitras (ganadora de un Oscar por su documental ‘Citizenfour’). Y la batalla recién comienza.