Conmovedor el homenaje realizado en la Universidad Central a la doctora Isabel Robalino, que este 14 de octubre cumple 100 años de vida dedicada a la justicia social, a la defensa de la democracia, y a la práctica de la honradez. Así lo reconocieron ex Presidentes del Ecuador, militantes e intelectuales de diversa vertiente ideológica, trabajadores, educadores, comunicadores, rectores de universidades y egresados del Instituto Nacional Mejía, su colegio, que se dieron cita para celebrar su cumpleaños.
Se recordó la trayectoria de una de las luchadoras ecuatorianas más relevantes del siglo XX. Defensora de los obreros, promotora del sindicalismo, fundadora en 1 938 de primera organización nacional de obreros católicos, la Cedoc. Abogada, historiadora, política, docente universitaria, fundadora de la Escuela de Trabajo Social de la PUCE. Tal ejercicio de memoria evidenció que en el Ecuador, no solo existen políticos corruptos, cínicos y megalómanos; sino también líderes y lideresas, coherentes con sus ideales y portadoras de una larga e impecable hoja de vida.
El evento fue un baño de frescura que celebraba a una persona extraordinaria, que con tantos años encima y saliendo de su descanso, convocada por el FUT, fue a organizar la resistencia y la denuncia contra la corrupción, junto con otros de su edad, y otros menores, que integraron la Comisión Nacional Anticorrupción, en momentos graves de persecución de un gobierno desquiciado y lleno de presuntos negociados. Fue una reunión para reflexionar y preguntarse, ¿Por qué los más viejos de la tribu se vieron compelidos a encarar la resistencia? La respuesta se encuentra en la violencia de un régimen que se ensañó contra sus críticos, especialmente contra la juventud.
Si en décadas pasadas los jóvenes eran la chispa de rebeldía social, en los 10 años de Correa, su capacidad de movilización fue desactivada. Se criminalizó la protesta. Los manifestantes de los Colegios Mejía, Montúfar y Central Técnico sufrieron expulsiones, cárcel y juicios por sabotaje y terrorismo. El pánico se regó en las aulas. Las pruebas ENES, hicieron el resto. El Estado acusó a los bachilleres de incapaces en un medio “meritocrático” creado por la revolución.
Se activó el sentimiento de culpa. Los jóvenes se autocensuraron, como tantos otros. Por esto surgieron los viejos, sabios y valientes. Los doctores Julio Cesar Trujillo, Simón Espinoza e Isabel Robalino, en su emblemática silla de ruedas, encabezaron las marchas contra el autoritarismo y la corrupción.
La doctora Robalino recibió una ovación de la sala. Pero al aplaudir a la doctora sentí que nos aplaudíamos a nosotros mismos, por tener la fortuna de poseer unos abuelos que nos dignificaron y repusieron la trayectoria y sentido a un país que quiere salir del fango.