El caso de Odebrecht ha sacado a la luz debilidades de nuestra sociedad, que deben ser reparadas en forma planificada y severa.
El delito no solamente consiste en la coima, sino en el sobre precio de la obra, pues la compañía contratada subirá el mismo para pagar la coima, y como la autoridad de control ya ha sido comprada, tampoco habrá un control para exigir que la obra se la lleve a cabo en forma eficiente, pues ya lo estamos viendo en el caso de la Refinería de Esmeraldas, y en todos los otros contratos ya denunciados. Así que, el daño es completo y trascedental para el país.
Así mismo sale a la luz, la exagerada inequidad que nos caracteriza, pues hay personas en nuestra sociedad que su trabajo, no les produce ni lo mínimo para vivir, como un ejemplo son los vendedores ambulantes, y que así mismo hayan personas que gracias a sus coyunturas políticas, ilícitamente ganen millones de dólares, incluso causando daño a la propia sociedad.
Por lo expuesto, debe ser una obligación para las autoridades pertinentes, el exigir la devolución del dinero mal habido, como primera condición para cualquier trámite legal en favor o en contra de los culpables. Porque de no ser así, lo peor es que a toda la sociedad le tocará pagar el dinero llevado por algunos delincuentes, sean estos autoridades o intermediarios.