En el centro de la plaza César Chiriboga, ubicada en las calles España y Venezuela, en Sangolquí, hay seis panificadores. El pan que elaboran es pequeño (redondo y rosca) y se los prepara en hornos de leña.
Desde las 04:00, Cecilia Morocho, integrante de la directiva de la plaza, se levanta para preparar el pan. Esta es una tradición heredada de su madre y de su abuela. “Desde que era pequeña ya elaboraba pan, lo aprendí de mi mamá. Ella falleció y yo continué con su labor”, contó.
La preparación demanda más cuidado. Primero se debe calentar bien el horno, preparar la masa que es elaborada con el trigo y maíz que cultiva. Tras la cosecha, estos granos son procesados en pequeños molinos para producir la harina. No utiliza químicos. Ella prepara unos 300 panes, que vende en dos o tres días.
Sobre la comercialización, Cecilia Morocho explica que su pan ha cruzado fronteras (España y Estados Unidos), cuenta con una sonrisa. Son migrantes que vienen al país y aprovechan para comprar este producto.
También, tiene clientes fijos. Uno de ellos es Elías Maldonado, quien acude frecuentemente a comprar este pan por su sabor. “Me encanta que se conserve esta tradición en el cantón”, dijo. La funda de nueve panes cuesta USD 1,00.