Yo no lo veo ni comparto, pero estimado lector hay quienes ven en su cara –sí, a usted mismo le digo– claros rasgos de una asombrosa y patológica torpeza. Pero usted no está solo, yo también debo tener una cara que desvela tal grotesca falta de neuronas que a duras penas debería ser capaz de mantenerme en pie.
Con esos rostros, nuestros interlocutores deben sentirse capaces de decirnos lo que sea, y gracias a nuestra falta de raciocinio lo asumiremos como verdad. Hagamos un ejercicio para demostrarlo, lean cualquier portada de esta semana sobre las alarmantes declaraciones del ex directivo de Odebrecht Jose Conceicao explicando el esquema de corrupción y el pago de coimas, ahora vayan a Youtube a revisar la reciente y nutrida ronda de entrevistas de Jorge Glas. Según este último, hay un linchamiento mediático que ha hecho que la Fiscalía pierda objetividad, y él es una víctima de persecución política.
Las versiones son tan dispares, tan absolutamente distintas, que una de las dos partes debe estar burlándose de la cara de los ecuatorianos. Dejo al lector el decantarse sobre quién será.
Y, en todo este embrollo, este no es el único caso en donde se le ha visto la cara de bobo a alguien. Supuestamente, Ricardo Rivera nunca estuvo encargado de operaciones, ni representando a Jorge Glas. “Si es que alguien se ha tomado mi nombre en beneficio propio, tendrá que responder ante la justicia, quien sea”, declaró el Vicepresidente.
Es decir, una empresa extranjera llega al Ecuador, habría una persona que se les acerca y les ofrece contactos con el Gobierno. Sorpresivamente la empresa no verifica que el allegado tenga las influencias que declara, no se cerciora que sus coimas surtan el efecto que desea y cae –como un plomazo– en las mentiras de este presunto simulador.
Odebrecht tiene una experiencia más brillante ganando contratos con coimas que construyendo infraestructuras. Lo ha hecho a lo largo y ancho de América Latina. Pero sorprendentemente en Ecuador no hizo las diligencias debidas y terminó escogiendo a un interlocutor que nada tenía que ver con el Vicepresidente. Luego, coincidentemente Odebrecht sí gana algunos contratos con el Estado ecuatoriano. Pobre hombre el de Odebrecht que montó una trama corrupta similar a la del resto de países, ¡sin entender que en Ecuador sus dadivas serían ineficaces!
Yo jamás he visto que una empresa multinacional pague sumas millonarias sin hacer las debidas averiguaciones sobre la efectividad de los desembolsos. Quedaría bastante impresionado, pero tal vez aquí muy astutamente lograron engatusarles a los de Odebrecht, les vieron la cara.
O, posiblemente seamos nosotros –otra vez – los pardillos a quienes se les enchufa otra mentira.
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