El esfuerzo por mejorar y propagar la doctrina de Mahoma en la faz de la tierra, real significado de esta palabra de origen árabe, y que no es diferente a propagar el cristianismo o cualquier otra doctrina y religión, se ha convertido, y ya desde hace mucho, en un ejercicio de terrorismo, atentados criminales y suicidas con la mayor intolerancia que se puede ejercer. Hoy mal llamada la Guerra Santa en nombre del Islam.
Los atentados en Londres, Barcelona o Helsinki, muestran como se han masificado y descentralizado estos actos terroristas, antes estratégicos y hoy de a pie. Otrora se expresaban los atentados con un nivel de inteligencia cuya mejor expresión fue el atentado a las Torres Gemelas de la gran manzana. Hoy la modalidad es más barata pero igualmente absurda, una furgoneta que atropella a varios ciudadanos en cualquier esquina.
Las barreras de entrada para ser un terrorista han bajado, cualquiera puede ser uno de ellos. Generaciones nuevas, criadas en el mundo virtual donde las metas reales son difusas y los juegos de guerra y crimen ocupan las tardes de ocio, junto con la globalización de la información y la posibilidad de tener noticias, adiestramiento, instrucciones y ordenes en segundos desde cualquier parte del mundo, hacen que la industria del terrorismo hoy sea multinacional y multiétnica. En definitiva los voluntarios para engordar las filas de estos criminales son más y están más cerca. Esto provoca que la actividad sea casi incontrolable y requiera una acción diferente a la acostumbrada en el pasado.
La confusión mayúscula de estos parias que se identifican como musulmanes y que realmente han distorsionado las leyes islámicas, hace que el desprestigio de esta religión y sus seguidores sea general y posiblemente irreversible.
Los que somos descendientes de una cultura y una religión que como principio tiene la lucha interna por no alejarse de los principios de Alá, y que nada tiene que ver con eliminar de manera sangrienta y bárbara a seres humanos que profesan otros preceptos, solo podemos seguir defendiendo el real origen de la misma y ser los más fervientes enemigos de aquellos que desvían el concepto a lo que lamentablemente se entiende por Musulmán.
Más cercanos al Corán están otros, que quienes se autonombran defensores de sus principios. En realidad ellos son los verdaderos infieles a la luz de Dios.
Me crié en hogar Católico, estudié mis últimos años en colegio ecuatoriano hebreo y mi abuelo era Musulman, de los buenos. Con esto, no puedo más que entender la religión como un acto de bondad hacia el prójimo y sobre todo dando libertad a elegir y principalmente entendiendo que nadie tiene la verdad. Solo hay un ser superior, el resto somos iguales y el que cree que no es así está perturbado y altamente confundido.